LAS RELACIONES CON LA INFANCIA A LA LUZ DE LA LEY DEL AMOR
¿Hay alguna medida que se pudiera aplicar a nivel social que permitiera a la humanidad avanzar espiritualmente más rápido?
Sí. Amad a los niños y procurad no hacerles daño, ni físicamente ni emocionalmente. No los humilléis jamás. Ya os advierto que desde el punto de vista espiritual uno de los delitos más graves que existe es el maltrato a la infancia. Permitid que los niños sean libres, que expresen sus sentimientos, que jueguen y que aprendan jugando. Si criáis una generación de niños con amor vuestro mundo cambiará rápidamente, porque el amor cambia el mundo. No cambiaréis vosotros el mundo, lo harán ellos gracias al amor que han conocido.
¿Algún consejo que nos pueda servir para saber cómo tratar mejor a los niños?
¿Acaso no habéis sido niños nunca? Poneos en su lugar. Recordad cuando vosotros fuisteis niños, lo bueno y lo malo. Acordaos de lo malo que os hicieron para no repetirlo y de lo bueno para tomarlo como ejemplo. Y aquí no sólo hablamos de maltrato físico, sino también del maltrato emocional, porque hay muchas personas en vuestro mundo que maltratan emocionalmente a los niños, empezando por sus propios hijos, aunque muy poca gente lo admitirá. Están tan enfrascados en sus propios problemas que no tienen un mínimo de sensibilidad para darse cuenta del daño que les están haciendo a los hijos. Piensan que el niño, por el hecho de serlo, no comprende las cosas como un adulto y que por ello es menos sensible, así que no tienen ningún miramiento a la hora de tratarles, y descargan sobre ellos todas sus frustraciones. Sin embargo, ocurre todo lo contrario: los niños son más vulnerables y sensibles al daño físico y emocional que los adultos, por lo tanto hay que poner mayor énfasis en tratarles lo más respetuosa y amorosamente posible. Aceptadlos y amadlos tal y conforme son.
No pongáis ninguna condición para quererles. Hay personas que no aman a sus hijos, sólo los utilizan para darse importancia, para presumir de ellos por ser inteligentes, porque tienen alguna cualidad que los hace ser mejores de cara a los demás, y si no tienen estas cualidades los menosprecian, y esto afecta grandemente su autoestima. El que ama a sus hijos de verdad los ama tal y conforme son, sean más o menos guapos, más o menos inteligentes, más o menos decididos.
Hay gente que opina que es necesario el castigo físico para educar a los niños. ¿Qué opinas de esto?
Entonces también serán partidarios de que su jefe les de un cachete de vez en cuando si considera que no han hecho bien su trabajo.
Pues no creo que les hiciera mucha gracia, la verdad. Creo que lo normal sería que denunciaran al jefe por maltrato laboral.
Claro que no les hace gracia, porque a nadie le gusta que le peguen. Si consideráis que pegar a un adulto es un acto delictivo y deplorable ¿por qué no tenéis ese mismo criterio cuando un adulto le pega a un niño, que además es más débil y no se puede defender? Lo que no deseéis para vosotros mismos no se lo hagáis a los demás, y menos a los que son más débiles e indefensos, que son los niños. Qué triste es observar cómo algunos padres cuando sus hijos pegan a otros niños, les castigan haciéndoles lo mismo que les acaban de prohibir, es decir, pegándoles. ¿Qué puede aprender el niño viendo que el adulto hace lo mismo que le está censurando a él mismo, aparte de que el más fuerte es el que impone su ley a través de la violencia? Jamás se os ocurra pegarle a un niño y menos utilizando la excusa de que es por su bien, para educarle y enseñarle disciplina. El que hace uso del castigo físico no educa, sólo pone de manifiesto su incapacidad para educar, su falta de tacto, paciencia, ternura y delicadeza hacia los niños. Si se lucha en contra de maltrato y la violencia de género, igual o más énfasis debería ponerse en luchar contra el maltrato infantil.
Bueno, creo que hoy en día en muchos países el maltrato a la infancia es un delito penado por la ley y se castiga al adulto si se demuestra que el niño ha recibido malos tratos.
Sí, sobre todo en Occidente y esto es un avance importantísimo. El problema es que muchas veces demostrar que el niño recibe malos tratos es difícil, porque las pruebas del maltrato no son evidentes. Un adulto que ha sido maltratado tiene la capacidad por sí mismo para defenderse y poner una denuncia si ha sido agredido, pero los niños necesitan de un adulto para defenderse, y si además el maltrato ocurre en el ambiente familiar, ¿Quién le va a defender si los que están ahí para protegerle son sus verdugos? Además, vuestra sociedad todavía es excesivamente tolerante con el castigo físico menor, pues muchas personas consideran aceptable el cachete, la bofetada o la palmada en el culo, aunque seguro que si se lo hicieran a ellas no les haría ninguna gracia. Que cada uno piense para sí mismo cómo se sentiría siendo objeto del trato que da a los niños. Esto le ayudará a ser más sensible con ellos.
Hay personas que argumentan que lo ideal sería no utilizar el castigo físico y están de acuerdo en limitar su uso, pero que hay niños que son muy rebeldes y que no atienden a razones, y que en esos casos hay que tener "mano dura", o sea aplicar medidas más contundentes. ¿Qué opinas al respecto?
El que cree que educar a sus hijos, o a los niños en general, es imponerse sobre ellos y para someterlos a su voluntad utiliza la agresividad verbal o física con el objetivo de asustarlos para que, por miedo, acaben obedeciendo, refleja su propia incapacidad e inmadurez espiritual. Cuando hay amor, sensibilidad y comprensión siempre se encuentra otra manera de hacer las cosas, pero si no la hay cualquier excusa es buena para sacar las malas actitudes que uno lleva dentro.
¿Pero no es cierto que muchos de los adultos que maltratan a los niños fueron ellos mismos maltratados de niños? Quiero decir que no han tenido un buen ejemplo a seguir.
En esos casos deberían recordar lo que sintieron cuando fueron maltratados y cómo les dolió que les trataran con desprecio y sin sensibilidad, para que así procuren no repetir con sus hijos ni con ningún otro niño aquello que no les gustó para sí mismos. Hay muchas personas que han recibido malos tratos, físicos o psicológicos cuando fueron niños en mayor o menor medida, porque en vuestro mundo todavía predomina el egoísmo en todos los aspectos. Los que han tomado buena nota de la experiencia vivida y se acuerdan del sufrimiento que experimentaron procurarán intentar evitar a sus hijos y en general a la infancia, el sufrimiento que ellos han vivido.
¿Cuáles son las alternativas para educar sin recurrir a la mano dura?
A través del juego es la manera en que el niño aprende de manera natural sin necesidad de obligarle. A través del juego se le puede enseñar valores, y conocimientos de todo tipo. Si han actuado negativamente, el primer paso es dialogar con ellos para que tomen conciencia del acto negativo que cometieron. Hay una pregunta muy sencilla que les puede ayudar a reflexionar: ¿Cómo te sentirías si alguien te hubiera hecho lo mismo que tú has hecho? Por ejemplo si han pegado a otro niño un buen argumento para inducirles a la reflexión es preguntarles ¿a ti te gusta que te peguen? Hay que fomentar el dialogo y la reflexión en la resolución de los conflictos, ayudar al niño a que tome conciencia, que comprenda dónde está el problema de su actuación y ofrecerle una posibilidad de reparación del daño realizado. En realidad hay corrientes educativas en vuestro mundo que actúan de acuerdo con esta filosofía. Pero para eso es necesario que el niño reciba más atención de la que generalmente recibe.
Hay personas que opinan que la educación de ahora ha empeorado respecto a épocas pasadas. Que ahora los niños aprenden poco porque esos métodos educativos nuevos son demasiado blandos y lo único que consiguen es que los niños les tomen el pelo a los profesores y presten poca atención en clase. ¿Qué opinas de esto?
Están equivocados de cabo a rabo. Es cierto que algunas personas, sobre todo las que tienen una forma de ser rígida y severa, parecen tener nostalgia de la educación del pasado. Son los que suelen estar de acuerdo con el proverbio "la letra con sangre entra". En épocas pasadas los colegios religiosos eran muy valorados por algunos padres porque tenían fama de educar con "disciplina", como Dios manda. En realidad lo que ellos llamaban "educar con disciplina" consistía en forzar la obediencia de los alumnos mediante el miedo, la amenaza y el castigo físico, amargando la vida de esos alumnos, que más que niños eran pequeños reclutas asustados de los cuales había desaparecido del rostro todo atisbo de espontaneidad, sensibilidad y alegría propia de la infancia. Y todo eso, además, se hacía utilizando el nombre de Dios.
Pero esta educación, aunque es posible que consiguiera niños más sumisos y obedientes, no conseguía niños ni más inteligentes ni más felices, ni más libres. Estos niños que han crecido con el miedo en el cuerpo cuando son adultos tienen muchas carencias. Si no han superado el trauma de la infancia suelen tener dificultades para expresar los sentimientos, una autoestima baja y son propensos a los problemas emocionales, aunque a lo mejor todavía recuerdan de memoria la lista de los Reyes Godos, pues les iba la vida en ello.
También es cuestionable que los alumnos del pasado fueran más
inteligentes y mejor formados que los de la actualidad, pues
antes se hacía mucho énfasis en la memorización de contenidos
y poco en el razonamiento lógico. La idoneidad de los
contenidos educativos también eran cuestionable, los recursos
que se destinaban a la educación eran menores y el tiempo de
escolarización obligatoria también era menor. La educación
actual pretende que los niños tengan mayor capacidad de
reflexión y raciocinio, que memoricen menos y razonen más. Por
otra parte, los países que muestran mejores tasas de rendimiento
académico y menor fracaso escolar no son los que optaron por
modelos educativos basados en la disciplina, sino todo lo
contrario, los que aplican los modelos educativos progresistas.
La diferencia es que invierten más recursos humanos y materiales
en la educación que otros países. Finlandia, el país que tiene el mejor modelo educativo del mundo, es un claro ejemplo de lo
que os digo.
¿Y por qué hay padres que dicen que prefieren una educación con más disciplina, si no es cierto que sea más eficaz?
Mira, lo que ocurre es que muchas veces el problema no lo tienen los hijos sino los propios padres, porque muchos padres no conocen los sentimientos de los hijos ni sus necesidades afectivas. Padecen de ignorancia sentimental. Creen que con alimentar los hijos, llevarles al médico cuando están enfermos, proveerlos de lo que necesitan a nivel material y conseguir que estudien en un buen colegio para que tengan una buena formación lo tienen todo hecho como padres. Todavía les falta algo fundamental, y es atender el cuidado emocional de sus hijos. Es triste observar cómo a muchos padres les molestan sus propios hijos y por ello no dedican tiempo a compartir con ellos ni les expresan cariño ni comprensión. Más bien se agobian cuando están con ellos, les irrita todo lo que hacen y no les prestan atención. Además hay una tendencia muy común en algunos padres de valorar a los hijos en función de sus méritos académicos. Algunos padres sólo se preocupan de los hijos si sacan malas notas o si se ponen enfermos.
Eso hace que los niños se sientan poco queridos e intenten llamar la atención de los padres. Pueden utilizar como táctica bajar su rendimiento académico porque saben que de esta manera los padres les prestarán atención. O simplemente sucede que los niños se sienten tan mal emocionalmente que pierden el interés por todo, incluso por los estudios. Debido a la ignorancia y la falta de atención hacia los hijos los padres creen que el problema de sus hijos es que son perezosos en los estudios y que necesitan ir a una escuela donde se imponga más disciplina, con docentes más autoritarios que les obliguen a estudiar más. Y el problema no está en la escuela sino en la falta de atención por parte de los padres.
¿Pero hay algo de malo en desear que los hijos estudien, para que cuando sean mayores tengan un medio con el que ganarse la vida?
No hay nada de malo en desear que los hijos estudien. Pero no se debe utilizar esto como argumento para quererles más o menos.
Si sólo se les valora si son inteligentes y buenos estudiantes los niños pueden tener problemas con su autoestima y además sentirse excesivamente presionados con los estudios. A los hijos hay que amarlos incondicionalmente tal y conforme son y atenderlos emocionalmente para que puedan ser felices.
A veces también ocurre que el adulto pretende que el niño se amolde a unas reglas que son absurdas, ya que limitan enormemente su libertad y espontaneidad y entonces el niño se rebela contra esas normas que considera injustas. Es absurdo pedirle a un niño que no juegue o se esté quieto permanentemente. Como son injustas es imposible sostenerlas mediante el razonamiento, por lo que algunos padres recurren a la imposición y a la coacción.
¿Entonces hay que permitir que los hijos hagan todo lo que quieran, aunque lo que quieran sea pernicioso para ellos mismos o para los demás?
Todo no. Utilizad el sentido común. Cada cosa a su debido tiempo. La libertad y responsabilidad del niño debe ir aumentando a medida que se va haciendo mayor y va adquiriendo mayores capacidades. Cuando el niño es pequeño no es consciente de muchos de los peligros, no se le puede dejar solo en la calle sin supervisión, pues puede cometer imprudencias como cruzar la calle sin mirar. Hay que ir enseñándole progresivamente lo que es peligroso para él y lo que lo es para los demás. Hay que enseñarle a que respete a los otros niños, a que no pegue, no insulte, a que asuma las responsabilidades propias de su edad, como hacer los deberes, recoger sus juguetes cuando termine de jugar, etc. Ni más ni menos de lo que un niño puede asumir en función de su edad, siempre intentando ser con él respetuoso, comprensivo, cariñoso y paciente, y respetando su libertad y su sensibilidad.
¿Pero dónde está el límite? Por ejemplo, si el niño no quiere ir al colegio, o hacer los deberes, ¿hay que obligarle o dejarle estar?
Utilizad vuestro sentido común. En vez de intentar obligarles por la fuerza a hacer las cosas, conversad con ellos, habladles de la importancia que tiene el aprendizaje, estimuladles, compartid con ellos el momento de hacer los deberes, hacédselo divertido y ameno y veréis que el niño responde mucho mejor que si se le impone por la fuerza.
¿Y cómo podemos hacer para que el niño aprenda aquello que le es necesario pero que a la vez es aburrido o tedioso?
Haced que sea divertido y compartid ese momento con él, que se sienta atendido y apoyado en lo que está haciendo, pues esto le estimula a seguir. Ya hemos dicho que los niños se divierten jugando y a través del juego se les pueden enseñar muchas cosas sin que les resulte tedioso, y así será él mismo el que desee aprender porque le será divertido el aprendizaje.
¿Cómo debe ser la educación en casa, en la familia?
Dedicad tiempo a estar con vuestros hijos, a jugar con ellos, a dialogar sobre sus cosas, sobre sus problemas y preocupaciones. Estad siempre abiertos a responder a sus preguntas. Pensad que ellos están descubriendo el mundo y que para aprender necesitan preguntarlo todo, aunque a vosotros os pueda parecer obvio, para ellos no lo es y si observan que os burláis se reprimirán. Tened mucha paciencia con ellos. Permitidles el juego siempre que se pueda porque para el niño el jugar es su vida y si se le impide jugar se le hace mucho daño. Demostradles continuamente vuestros sentimientos de forma expresiva, con palabras, con besos, caricias y abrazos. Permitidles que desarrollen su personalidad con libertad, no les impongáis la que a vosotros os gustaría que tuvieran. Amadlos tal y conforme son y ayudadles a que vayan puliendo poco a poco su egoísmo y a que desarrollen su sensibilidad y afectividad sin cortapisas. No permitáis que vuestros problemas y preocupaciones de adultos, que nada tienen que ver con ellos, interfieran en su vida
¿Pero no hay veces que si se es demasiado benevolente con el niño éste se vuelve exigente y caprichoso y utiliza el pataleo y la rabieta para salirse con la suya? ¿Qué se puede hacer en estos casos?
Es cierto que hay padres que permiten que los niños hagan hasta aquello que es peligroso para ellos y acceden a todos su caprichos, por dejadez, por debilidad de carácter o por no escuchar más la queja del niño, y esto hace que el niño se vuelva exigente y caprichoso y que utilice su astucia para doblegar la voluntad de los padres. En esos casos actuad con firmeza, no cedáis al chantaje que el niño intenta hacer pero no respondáis nunca con violencia ni agresividad. Cuando actúe de forma déspota es cuando menos caso hay que hacerle. Si él observa que cuando actúa de esa manera se le ignora y no consigue nada de lo que exige se cansará con el tiempo. Ayudadle a que tome conciencia de sus propias actitudes egoístas mediante el diálogo y la reflexión.
¿Alguna recomendación a los futuros padres?
Sí, que procuren concebir a sus hijos con amor, para que estos vengan al mundo con la seguridad de que van a ser amados, atendidos en todos los aspectos de su vida, sobre todo en el emocional. Os aseguro que si los niños que vienen al mundo fueran concebidos con amor el sufrimiento del mundo disminuiría enormemente.
Creo que las cosas han mejorado en la actualidad respecto a épocas anteriores. Me refiero a que los padres de la actualidad son más conscientes de las necesidades de los hijos, ¿me equivoco?
Es cierto que ha habido cierto nivel de avance. En épocas anteriores, los niños venían al mundo mayoritariamente por la ignorancia e inconsciencia de los padres. Eran niños traídos al mundo sin un deseo explícito de los padres. Venían accidentalmente, porque las parejas mantenían relaciones sexuales sin ningún tipo de anticoncepción, pues no había ni los medios ni la formación que actualmente existe. Por eso traían al mundo tantos hijos como biológicamente les era posible, y esto traía como consecuencia que los hijos vinieran al mundo muchas veces en circunstancias materialmente muy difíciles. La única preocupación que se planteaban la mayoría de padres respecto a sus hijos era la de procurar su supervivencia, mientras que el cuidado emocional era escaso o nulo. No eran las mejores condiciones para venir al mundo, pero ya que les es necesario a los espíritus encarnar en el mundo material para aprender y evolucionar, aprovechaban cualquier oportunidad que se les brindaba. La sensibilidad de esos espíritus estaba menos desarrollada que ahora, tanto en padres como en hijos, y aunque los hijos recibieran poca atención emocional y sentimental, su sufrimiento estaba atenuado también por la escasa sensibilidad.
En la actualidad, en muchos países, sobre todo de Occidente,
las cosas han cambiado. El porcentaje de niños que viene al
mundo accidentalmente, sin voluntad de los padres, ha
disminuido. Muchos ya son concebidos con la voluntad y
conciencia de los padres de querer tenerlos. Al existir un mayor
bienestar económico en Occidente y no tratarse de una prole
numerosa, la supervivencia y las atenciones materiales de los
hijos están garantizadas por los padres. Serán niños que no pasen
ni hambre, ni sed, ni frío, ni enfermedades provocadas por la
desnutrición y la falta de higiene. Pero sigue faltando algo
fundamental, que es el concebir a los hijos por amor y con amor.
Todavía mayoritariamente los hijos son concebidos por motivos
distintos al amor.
¿Cuáles son esos motivos distintos al amor que empujan a los padres a tener hijos?
Muchas veces se hace porque hay como una especie de obligación de continuar el linaje familiar, o por la conveniencia de que los hijos atiendan a los padres cuando éstos sean mayores. Hay parejas que llegan a cierta edad y siguen sin desear tener hijos porque eso les implica hacer unos cambios en su vida a los que no están muy predispuestos. Pero los tienen igualmente porque biológicamente sus posibilidades de concebir disminuyen con la edad. Como se dice vulgarmente "se les pasa el arroz". Hay veces que los hijos son concebidos como forma de atrapar al cónyuge y obligarle a continuar la relación de pareja cuando se teme una ruptura de la relación, o como un intento desesperado de salvar una relación que no funciona.
¿Cuáles son las consecuencias para esos hijos concebidos sin amor?
Muchos de estos niños que vienen al mundo concebidos sin amor sufrirán la falta de amor de sus padres, en forma de maltrato, incomprensión, desatención, frialdad y todo esto les hará sufrir en gran manera, porque los niños que vienen al mundo en la actualidad son espíritus más avanzados y sensibles que en épocas pasadas, fruto del aprendizaje adquirido en multitud de encarnaciones. Por tanto, su nivel de sufrimiento ante la falta de atenciones emocionales, ante el malestar psicológico, es mayor que en épocas pasadas. Y esta es la causa de la mayoría del sufrimiento de los niños de Occidente, que no son amados por los padres, aunque los padres se esfuercen por creer que el problema lo tiene siempre el niño porque tiene mala actitud. Muchos de esos niños que sufren acaban desarrollado traumas emocionales o enfermedades físicas a causa de ese sufrimiento por falta de amor, sin que la mayoría de los padres tomen conciencia de ello. Es necesario por tanto que los padres tomen mayor conciencia y sensibilidad por el bienestar emocional de los hijos y de esta manera les evitarán muchos de los sufrimientos que ahora les azotan.
EL AMOR AL PRÓJIMO A LA LUZ DE LA LEY DEL AMOR
Nos hemos centrado mucho en las relaciones personales, sobre todo las relaciones de pareja y con los hijos pero entiendo yo que el amor incondicional va más allá de las relaciones personales.
Por supuesto. No existen límites para el amor. Cuanta más capacidad de amar tiene un espíritu a mayor número de personas es capaz de amar sin que sea importante si hay un lazo de consanguinidad o no. La meta es alcanzar el amor incondicional, que abarca a todos los seres de la creación sin ningún tipo de distinción. Ya os habló Jesús de ello cuando os dijo lo de ama a tu prójimo como a ti mismo, y cuando dijo ama a tu enemigo.
¿Y porqué nos cuesta tanto evolucionar? Quiero decir, ¿no hay alguna forma de llegar más rápidamente a ese nivel evolutivo que nos permita amar incondicionalmente, tal como decía Jesús?
Todo lo que hablamos gira en torno a esto. Para evolucionar a los niveles de Jesús hay que poner mucho énfasis en eliminar el egoísmo y desarrollar los sentimientos. Y esto no es nada fácil. No es un trabajo de una sola vida. Son cientos de miles de años de evolución, miles de encarnaciones. Además, aunque todos los espíritus encarnan con ese objetivo, una vez están encarnados, no llegan a tomar conciencia de para qué lo hicieron.
En la mayoría de personas la conciencia sólo abarca hasta donde dura una vida física, y mientras la fortuna material les sonríe dedican su vida a la satisfacción de deseos materiales. Se toman cualquier reflexión existencial como palabrería sin sentido, una pérdida de tiempo. No quieren hacer ningún cambio porque no les interesa dejar la vida caprichosa que llevan.
Algunos se evaden de sus propias inquietudes del interior desarrollando la inteligencia bajo la educación científica materialista, y se mofan o consideran inútil cualquier tipo de indagación existencial.
Hay otros que confunden espiritualidad y la religión, y se dejan llevar por la religión por ser un camino fácil, pues creen que con seguir unos rituales tienen suficiente para lograr un puesto de privilegio en el "cielo" y substituyen el trabajo espiritual consigo mismos por el fervor religioso, bajo el engaño de que esto último es agradable a Dios.
Hay gente que sí despierta en su interior inquietudes existenciales. Muchas veces ese despertar es consecuencia de haber vivido circunstancias en la vida de mucho sufrimiento a las que no se resignan y quieren encontrar una explicación. No se conforman con las explicaciones sesgadas o incompletas que aportan la religión o la ciencia materialista sobre el sentido de la vida. Pero caen en la desesperanza al no encontrar respuestas satisfactorias a sus interrogantes.
La conclusión de todo ello es que, por desinterés, por ignorancia, por incredulidad, por fanatismo o por desesperanza, la mayoría de personas no llegan a encontrarle el verdadero sentido a la vida, con lo cual viven sin comprender la vida ni aprender de ella, pues no la aprovechan para evolucionar, es decir, apenas hacen esfuerzos por desprenderse del egoísmo y por desarrollar los sentimientos.
Según tengo entendido, en el budismo se habla de que la causa del mal del ser humano es debida a la existencia en él del deseo, y que la anulación del deseo le traerá la paz interior y el avance espiritual ¿Qué opinión tienes al respecto?
Pues que hay que diferenciar de dónde viene el deseo. No es lo mismo un deseo egoísta que un anhelo motivado por los sentimientos. Algunas personas confunden la eliminación del deseo egoísta con la anulación de todo deseo y entonces llegan a la conclusión de que deben anular su voluntad para avanzar espiritualmente y esto es un tremendo error que muchas personas aprovechan para manipular a los demás. El que llamáis Buda sabía que la causa del mal del ser humano era el egoísmo y que era necesaria la eliminación del egoísmo para que se produjera el avance espiritual, y se refería al deseo egoísta como aquel impulso que el ser humano debe intentar eliminar de su interior para poder llegar a ser feliz. Pero como siempre, con el paso del tiempo las palabras y las enseñanzas se malinterpretan, y el ser que espiritualmente no está suficientemente avanzado tiene dificultad a la hora de distinguir lo verdadero de lo adulterado, y da por buena una enseñanza adulterada sólo porque está envuelta por la apariencia de espiritualidad.
¿Algún ejemplo?
La actitud frente al sexo. Hay personas que creen, porque así se les ha hecho creer en muchas religiones, que el deseo sexual, por ser deseo, debe ser eliminado si se quiere avanzar, y ponen todo su empeño en reprimir sus deseos sexuales en cualquier circunstancia. Esto es una gran equivocación, puesto que también el deseo sexual se puede despertar como una manifestación del amor de pareja que aporta felicidad y de la cual se están equivocadamente privando. El que bien entiende se dará cuenta de que es el deseo sexual que viene por la lujuria o la lascivia, es decir, el deseo sexual egoísta contra el que uno debe luchar para ir venciéndolo. En este caso el avance está en conseguir que el deseo de la sexualidad éste en consonancia con el sentimiento y no sea una manifestación de un vicio. No confundáis por tanto la eliminación de la lujuria o la lascivia, es decir la manifestación de la sexualidad egoísta, con el puritanismo, que observa como algo pernicioso toda manifestación de la sexualidad. Ya hemos dicho que también es una manifestación del sentimiento, un reflejo del amor de pareja. El puritanismo no es santidad sino prejuicio y represión, y el que más se escandaliza de los demás es casi siempre el que más esconde de sí mismo, en prejuicios y represiones.
Has dicho antes que hay gente que confunde la espiritualidad con la religión ¿Qué diferencia hay entre espiritualidad y religión? Algunas personas creen que es lo mismo.
No es lo mismo. La espiritualidad es una cualidad y capacidad individual del espíritu que le impulsa a evolucionar cada vez más. Evolucionar implica desarrollar libremente la capacidad de amar y de esta manera alcanzar progresivamente mayores cotas de sentimiento, sensibilidad, conciencia, comprensión, sabiduría y felicidad, para conocer entre otras cosas, cuál es el sentido de su existencia y de la de lo que le rodea, el desarrollo de su vínculo con el resto de seres de la creación y su Creador y cómo funciona el universo del que forma parte, incluidas las leyes que lo rigen.
Las religiones son organizaciones humanas de estructura jerárquica que se aglutinan en torno a una serie de creencias dogmáticas más o menos acertadas que no admiten discusión, que funcionan según el criterio de autoridad, es decir, que el que más autoridad tiene dentro de la estructura jerárquica es el que tiene el poder de decidir cuáles son las creencias verdaderas y adecuadas en las que deben creer los demás.
¿Cómo es posible que, si el amor al prójimo es la base de la mayoría de religiones monoteístas, y con tanta gente en el mundo creyente en Dios al mismo tiempo, haya tanto egoísmo y falta de amor en el mundo?
Ya hemos hablado de esto anteriormente. En muchas religiones
el amor está sólo como palabra muerta que se utiliza como
gancho para atrapar, pero no se vive ni se pone de manifiesto
con el ejemplo. Además queda eclipsado por otras normas y
creencias a las que se da mayor relevancia, muchas de ellas en
contradicción con la propia del amor y el resto de leyes
espirituales. Por ejemplo, el que se obligue a los fieles a creer sin
discusión en una serie de dogmas vulnera la ley del libre albedrío,
pues impide la libertad de creencia. Las religiones son un
fenómeno ligado al egoísmo de ser humano, ya que manipulan
la espiritualidad individual a conveniencia del egoísmo de unos
pocos. En épocas pasadas las autoridades de las religiones dominantes imponían su credo por la fuerza y el que no se
sometía era aniquilado. Su poder era tal que no había
posibilidad para la disidencia sin jugarse la vida. En la
actualidad, aunque con menos fuerza, todavía en algunos
países la religión sigue siendo un yugo que ahoga la libertad del
ser humano.
¿Quieres decir que las religiones son un obstáculo para la evolución del ser humano hacia el amor?
Lo que quiero decir es que el egoísmo humano es un obstáculo para la evolución en el amor, pues es tan hábil que se infiltra en la espiritualidad del ser humano para adulterarla y manipularla, y el resultado de esa mezcla entre la espiritualidad y el egoísmo es lo que origina las religiones. Ya hemos comentado que muchas de las religiones tienen su punto de inicio en las misiones de seres más evolucionados que trasmitieron mensajes espirituales verdaderos que consiguieron calar en los corazones de la gente, pero que con el tiempo estos mensajes eran adulterados y deformados por espíritus poco evolucionados con afán de protagonismo y ambición con el propósito de satisfacer sus ansias de poder y riqueza. Bajo la influencia de estos seres movidos por el egoísmo las verdaderas leyes espirituales son substituidas por las leyes del egoísmo a las que se recubre de aparente espiritualidad con los adornos de los rituales y las ceremonias.
¿Algún ejemplo de cómo las verdaderas leyes espirituales son substituidas por las leyes del egoísmo?
Sí. En vuestro mundo, habéis substituido la ley de la justicia espiritual por la egoísta "ley del embudo", es decir lo ancho para vosotros y lo estrecho para los demás. Cada uno ve justo lo que le favorece e injusto lo que favorece a los demás. Aunque es la misma cosa la veis diferente en función de si sois vosotros los que la hacéis o si son los demás los que la hacen. Justificáis vuestras actuaciones egoístas y criticáis las de los demás con fervor, a pesar de que son la misma cosa. Y el que se siente con más poder de acción es el que acaba imponiendo su ley sobre la de los demás. Por ejemplo, los que ostentan el poder suelen gozar de privilegios que no poseen los demás, como salarios desproporcionados, pensiones abusivas y exenciones de pagar impuestos, mientras que al resto de ciudadanos les hacen cumplir unas normas mucho más estrictas.
Vosotros habéis substituido la ley del amor por la egoísta ley de la satisfacción de la riqueza y el éxito, por eso entendéis que hacer el bien es actuar para conseguir la satisfacción de vuestros intereses y anhelos materiales, el éxito, la fama, una vida cómoda con abundancia de caprichos y comodidades, aunque sea a costa del sufrimiento de vuestros semejantes, y entendéis el mal cuando experimentáis la más mínima privación de los mismos. Pero no es así. Hacer el bien, entendido correctamente, es actuar en armonía con la ley del amor, y hacer el mal refleja los actos contrarios a la ley del amor, generalmente actos egoístas que generan sufrimiento e infelicidad.
La ley del libre albedrío la habéis substituido por la ley del más fuerte. Es decir, que el más fuerte obliga al más débil a hacer lo que le venga en gana.
Por ello en vuestro mundo se mira mucho quién dice las cosas, su posición, su título, su rango y no si lo que dice es verdadero o no. El humilde no es escuchado aunque diga la verdad, mientras que el poderoso, el que tiene la fama, el éxito, el que se ensalza a sí mismo con rangos y títulos inventados por el ser humano, puede decir lo que le venga en gana que cualquier cosa que diga se le tomará en consideración. Muchas de estas celebridades transmiten mensajes falsos que sirven para manipular y fanatizar a la gente, y aún así se les considera por encima de los demás. Este dominio de la "ley del más fuerte" y el poco respeto por la ley del libre albedrío se pone de manifiesto en lo que se refiere a las autoridades religiosas. ¿Cómo es posible que personas que se consideran a sí mismas espiritualmente avanzadas sean las más intolerantes, incomprensivas, rígidas, que sólo ponen empeño en seguir escrupulosamente las normas y los ritos y en criticar a los que no los siguen, que fácilmente condenan a los demás en sus actos y conductas y que tan poco énfasis hacen en corregirse a sí mismos en los malos hábitos egoístas?¿Acaso no es la tolerancia y la comprensión de las ideas de los demás una virtud espiritual? ¿Dónde está en ellos esa virtud?
Pero entiendo yo que por lo menos hoy en día hay muchas personas que reconocen estos comportamientos egoístas, que reconocen la manipulación que se ha producido de la espiritualidad en el seno de las religiones y que están emprendiendo una búsqueda de los auténticos conocimientos espirituales.
Esto es algo positivo, pero no es suficiente con conocer. Es necesario reconocer lo que es verdadero y separarlo de lo falso, porque aunque lleve un supuesto sello de conocimiento espiritual no es oro todo lo que reluce. Lo más importante es poner en práctica en uno mismo aquello que se va aprendiendo respecto a los sentimientos y al egoísmo, de lo contrario tampoco se avanza. Quiero decir que no confundáis el avance espiritual con el hecho de conocer determinados conocimientos espirituales. Si el conocimiento aprendido, que debe servir para un avance en el desarrollo de los sentimientos, se utiliza para dar rienda suelta al egoísmo, refinadamente encubierto con una apariencia de espiritualidad, se cae en la misma trampa en la que han caído los jerarcas religiosos.
¿Qué quieres decir?
Quiero decir que hay muchas personas que ponen gran empeño en conocer y estudiar los conocimientos espirituales de diferentes fuentes. Pero si luego utilizan el conocimiento adquirido con ánimo de lucro o como forma de adquirir fama, admiradores, protagonismo, creyéndose mejores que los demás, lo que están haciendo, en vez de desarrollar los sentimientos, es dar rienda suelta a su vanidad. Y esto es todavía más grave no sólo cuando uno se pierde a sí mismo, sino cuando contribuye a confundir y desviar del camino espiritual a los demás, pues con su ejemplo confunde a los que lo siguen. Esto mismo es lo que denunció Jesús en su época cuando llamaba a los sacerdotes judíos "ciegos guías de ciegos". Por ello es muy importante mirar lo de uno mismo primero antes de lanzarse a "predicar" a los demás, porque el que no se observa a sí mismo primero y no reconoce su propio egoísmo e intenta eliminarlo, no está en condiciones de dar ejemplo a los demás de conducta altruista.
Me vendría bien un ejemplo para aclarar este punto.
Te contaré una historia como ejemplo de esto que te digo. En una clase de una escuela espiritual se encontraba un maestro con su grupo de cien alumnos. Habían estado conociendo las diferentes etapas del egoísmo dentro del proceso de la evolución (la vanidad, el orgullo y la soberbia) y cómo se manifestaba el egoísmo en cada una de estas etapas. Como resumen final de toda la lección les dijo: "La principal característica de la vanidad es el afán de protagonismo, el querer ser más que los demás. La principal característica del orgullo es el temor a darse a conocer tal y conforme uno es. La principal característica de la soberbia es que, aunque son los más humildes de todos, todavía les falta ser totalmente humildes".
Tras la explicación, pidió a cada alumno que, de acuerdo a lo aprendido, se situara en uno de esos tres niveles y luego que cada uno anónimamente lo apuntara en un papel. Luego les pidió que colocaran cada uno el papel dentro de una urna con el propósito de realizar un recuento para analizar colectivamente el nivel evolutivo de la clase. El maestro, después de contabilizar las papeletas y analizar los resultados a los alumnos le dijo: "80 de vosotros estáis en la etapa de la vanidad, 19 estáis en la etapa del orgullo, y sólo uno está en la etapa de la soberbia". A la luz de los resultados, los alumnos, sorprendidos y contrariados, comienzan a murmurar entre ellos. Se preguntan unos a otros cuál ha sido su evaluación sobre sí mismos. Poniéndose de acuerdo eligen un portavoz, el cual se dirige al maestro para manifestarle su desacuerdo respecto a los resultados.
"Maestro, nos hemos preguntado unos a otros qué es lo que había escrito cada uno en su papel y no coinciden con los resultados que tú has indicado, pues al menos diez personas se han reconocido como soberbios mientras que tú sólo has contabilizado uno".
El maestro les dice: "Si estáis en desacuerdo, realizad vosotros mismos el recuento".
Los alumnos toman la caja con las papeletas y realizan el recuento, resultando que 80 alumnos se definieron en la etapa de la soberbia, 19 votaron en blanco y uno se definió en la etapa de la vanidad.
A la luz de los resultados el portavoz de los alumnos toma la palabra y dice: "¿Has visto, maestro? Nosotros teníamos razón, pues la mayoría se había situado en la soberbia, como te habíamos dicho.
El maestro les contesta: "Ciertamente vosotros habéis dado resultado del recuento, mas no habéis dado con el resultado verdadero".
"No entendemos lo que quieres decir"-dijo el que actuaba de portavoz.
A lo que el maestro respondió gustosamente "Ahora mismo os lo explicaré. Los 80 que votaron la soberbia, en realidad están en la etapa de la vanidad, etapa que se caracteriza por el afán de protagonismo y por querer ser más que los demás. Al saber que la soberbia era la etapa más avanzada, no querían ser ellos los últimos sino los primeros en todo, y se identificaron en la etapa superior. Los 19 que votaron en blanco en realidad son los que están en la etapa del orgullo, que se caracteriza por el temor a darse a conocer. Por eso votaron el blanco, por el temor a darse a conocer. Y el único que votó vanidad en realidad es el que está en la etapa de la soberbia pues es el más humilde de todos, ya que ante la duda se colocó en el peldaño más bajo de todos."
¿Entonces la falta de humildad es una característica del soberbio o no?
La falta de humildad está en todas las etapas, en la de la
vanidad, en la del orgullo y en la de la soberbia, y está más
acentuada en el vanidoso que en los otros dos, por ser una
etapa menos avanzada. Lo que ocurre es que cuesta mucho
llegar a ser verdaderamente humilde, y ni siquiera espíritus en la etapa de la soberbia han conseguido desprenderse totalmente
de ella. Cuando hemos dicho que el soberbio se caracteriza por
faltarle humildad lo hacemos porque ya ha superado otros
defectos y le queda éste como principal defecto a superar,
mientras que el vanidoso o el orgulloso tienen otros defectos que
superar antes que afrontar la superación de la falta de humildad.
Algunas personas creen que por el hecho de reconocer que les
falta la humildad ya han llegado a la soberbia. En realidad se
identifican con esta etapa no porque les guste reconocer que
les falta humildad, sino porque es una etapa más avanzada que
el orgullo y que la vanidad y les gusta verse a sí mismos en el
escalafón más alto del avance espiritual, por encima de los
demás. Y esto es una característica propia de la vanidad, el
querer ser más que los demás y el no querer ser menos que
nadie.
Me iría bien que me aclararas cuál es exactamente la moraleja de la historia anterior, porque no la tengo clara.
Lo que quería poner de manifiesto con esa historia es que tenéis una gran dificultad en admitir vuestro propio egoísmo. Por ello os esforzáis más bien en disimularlo, que no sea vea, más que en intentar mejorarlo verdaderamente, y esto hace que os estanquéis irremediablemente, porque el que no quiere admitir su egoísmo no puede superarlo. Por eso os tomáis muy mal los consejos de personas que os quieren ayudar y que os indican cuáles son las manifestaciones del egoísmo que se dan en vosotros. Sólo queréis que os regalen los oídos con halagos pero no queréis oír la verdad. Ensalzáis a los que os alaban mientras que criticáis a aquellos que os dicen la verdad con el propósito de que avancéis. Así es muy difícil avanzar.
¿Pero no es cierto que estamos viviendo una época de despertar espiritual y que hay mucha gente deseosa de hacer algo por los demás?
Hay muchas personas hoy en día que dicen querer despertar a la espiritualidad y que quieren hacer algo por los demás. Y eso está bien. Pero antes de ayudar a los demás hay que mirarse bien a uno mismo y saber si lo que se quiere hacer es por ayudar a los demás o es para obtener admiración y reconocimiento de los demás. Si es lo segundo entonces es mejor no hacer nada. Es bueno mirar primero lo de uno mismo y ver hasta dónde llega nuestra capacidad. Ayudar a la gente no es fácil y requiere una gran preparación. Si no se está capacitado podemos cansarnos a las primeras de cambio o podemos confundir a los demás en vez de ayudarles.
Entiendo por tus palabras que cada persona tiene una capacidad de amar y no todo el mundo puede hacer lo mismo por los demás. Pero ¿Cuál es el primer paso que uno puede dar si verdaderamente quiere amar al prójimo?
El primer paso siempre ha de ser reconocer el egoísmo propio y poner mucho énfasis en evitar actuar con egoísmo hacia los demás. Si este paso no se da no se puede pasar a etapas más avanzadas. Lo normal es que casi nadie quiera hacer ese trabajo de profundizar en el interior y reconocer la parte egoísta. Por eso se estanca en el principio del camino y no puede recorrer ni un paso más allá.
Hay personas que empiezan el camino de ayudar los demás de forma correcta recibiendo la ayuda espiritual necesaria para ejercerla. Pero ocurre muchas veces que las personas no se conforman con lo que reciben, sino que desearían recibir más y tener más capacidad de la que tienen porque se sienten bien en esa situación. Pero la capacidad del interior no se incrementa de la noche a la mañana, sino con un gran esfuerzo, con mucho tiempo de evolución, requiere muchas vidas de constancia en la eliminación el egoísmo y el desarrollo de los sentimientos. Pero hay mucha gente que quiere obviar ese trabajo personal. Les gustaría que por arte de magia una varita los tocara y los convirtiera en magos capaces de realizar los mayores prodigios. Querrían llenarse ya no sólo de amor, sino de alabanzas y admiración de los demás y esta ambición les impulsa a creer que lo que desean es una realidad. Es entonces cuando su propio defecto les hace creer que los pensamientos que su propio egoísmo les sugiere son un mensaje de guías espirituales, y que lo que se hace ahora con la intención de cobrar protagonismo es una ayuda desinteresada hacia los demás. No se busca ya avanzar espiritualmente sino sólo aparentarlo. Algunas personas son más conscientes que otras de esto, pues el egoísmo tiene formas muy sutiles y sugestivas de convencernos. Si la persona no toma conciencia de ello creerá que está avanzando espiritualmente cuando en realidad lo único que estará haciendo es incrementar su egoísmo. Hay formas de egoísmo que interfieren especialmente en el desarrollo del amor al prójimo y si no se combaten, las personas llegan a reemplazar la intención de amar al prójimo por la intención de aprovecharse del prójimo.
¿Cuáles son estas formas de egoísmo que interfieren en el desarrollo del amor al prójimo?
Son la perfidia, la envidia, la ambición y la hipocresía, el afán de protagonismo y la arrogancia.
¿Las podemos tratar ahora?
Sí
Háblame de la perfidia.
Sí. La perfidia o malevolencia es el egosentimiento que define a aquel que actúa con voluntad o intención de hacer daño a propósito, que es consciente de ello y que encuentra cierta satisfacción o disfrute cuando consigue generar sufrimiento en los demás. La persona pérfida, suele emplear su inteligencia para buscar la manera de hacer el mayor daño posible sin ser descubierto y de esta manera desarrolla también la hipocresía. La perfidia se alimenta de otros ego sentimientos, como la envidia o la ambición, de manera que el pérfido suele ser al mismo tiempo envidioso y ambicioso.
Háblame de la envidia.
La envidia es el ego sentimiento que se manifiesta como aversión o rechazo hacia aquellos que poseen algo que uno desea conseguir. Ese algo puede ser una posesión material o una cualidad material, mental o espiritual. Es decir, se puede envidiar a alguien por su riqueza (posesión material), por su belleza (cualidad material), por su inteligencia (cualidad mental), por su bondad o por su capacidad de amar (cualidades espirituales). La envidia está muy acentuada en la vanidad, puesto que nace del deseo de ser más que los demás, lo cual hace que uno mismo se compare constantemente con los demás con la intención de ser más que los demás. La persona atrapada por la envidia es capaz de urdir cualquier plan para humillar, perjudicar o criticar a aquel al que envidia. El envidioso se alegra de las desgracias de los demás y se entristece con sus alegrías.
¿Se manifiesta la envidia de igual forma en los diferentes niveles de avance espiritual, o hay matices?
Hay matices. La envidia por cuestiones materiales suele ser característica de la etapa de la vanidad primitiva hasta la avanzada, mientras que la envidia que se despierta por cualidades espirituales se da a partir de la vanidad avanzada y el orgullo, e incluso en la soberbia. El vanidoso avanzado puede envidiar tanto lo material como lo espiritual. El orgulloso envida sobre todo lo espiritual y sentimental.
¿Cómo se manifiesta la envidia en el vanidoso exactamente?
El vanidoso envidia a aquellos que poseen bienes o cualidades que él mismo no tiene. El vanidoso envidioso tiene tendencia a humillar a aquel al que envidia, a difamarle y a criticarle frente a los demás para crear una mala imagen de él. Es decir, transforma la realidad para hacer creer a los demás que está siendo perjudicado por el envidiado o para justificar o encubrir sus agresiones hacia aquella persona a la que envidia. Intentarán conseguir sus propósitos de desacreditar a las personas que envidian a través de la sugestión, la manipulación, el victimismo, la falsedad y el engaño. Si no lo consiguen de esta forma pueden recurrir a medidas más directas, como la agresión verbal, la intimidación, el chantaje, la coacción e incluso la violencia física. Se autoconvencen de que tienen la razón y de que sus odios y animadversiones son justificados. Por encima de todo está la satisfacción de su deseo y no tienen en cuenta el daño que puede estar provocando en los otros.
¿Cómo se manifiesta la envidia en el orgulloso y qué es lo que envidia exactamente?
El orgulloso, al contrario que el vanidoso, no suele envidiar a la gente por lo que tiene materialmente, sino más bien por cuestiones relacionadas con los sentimientos. La mayor causa de envidia del orgulloso son las relaciones de sentimientos. Si no ha encontrado todavía el amor y no es feliz puede tener envidia de los sentimientos de amor que existen entre otras personas. Pongamos un ejemplo. El orgulloso envidioso se enamora de una persona. Si esta persona no le corresponde porque ama a otra entonces el envidioso, envidiará al receptor de ese amor, por considerar que el otro tiene lo que él desea para sí mismo. Es decir, despertará una animadversión por aquella persona a la que él considera su competidor, porque considera que le ha desposeído de su amor. El orgulloso atrapado por su envidia de los sentimientos se esfuerza para no dar a conocer su realidad sentimental. Oculta a los demás cuáles son sus sentimientos, al mismo tiempo que sutilmente trata de conseguir lo que quiere, sin manifestarlo abiertamente, pues tiene miedo al rechazo. Tratará de hacer más meritos que su supuesto rival para conquistar a la persona que supuestamente ama. Puede hacer uso de la galantería, los buenos modos, las sugestiones, el encanto y la persuasión. Ante la imposibilidad de conseguir su objetivo se encierra en sí mismo en la tristeza, en la rabia, en la impotencia. Se aísla y rechaza la ayuda que se le puede prestar para salir de su situación. Puede llegar a provocar heridas en los sentimientos de mayor profundidad que el vanidoso, porque conoce mejor los sentimientos y puede utilizar su conocimiento para hacer daño en los sentimientos. Por ejemplo puede llegar a urdir tramas para generar discordia entre la pareja y dar a entender a la persona objeto de su amor, que su pareja en realidad no la ama realmente. Si consiguen sembrar la duda aprovecharán para convertirse en los sustitutos. Cegado por la envidia, no repara en que está vulnerando el libre albedrío del ser al que supuestamente ama pues no respeta su voluntad ni admite que los sentimientos de la persona amada se dirijan a otra persona y no a él.
¿Cómo se puede superar la envidia?
Primero, admitiendo que se tiene envidia, reconociéndola. El orgulloso es más consciente de que envidia que el vanidoso, pues es más conocedor de los ego sentimientos. Desgraciadamente, la envidia es un ego sentimiento muy frecuente en vuestro mundo y la mayoría de los envidiosos no se reconocen como tales, con lo cual se estancan, pues el que no reconoce su mal hábito no puede proceder a su modificación. Para vencer la envidia hay que renunciar al deseo de ser más que los demás, renunciar al deseo de poseer lo que los demás tienen y tomar conciencia de que la felicidad no depende de arrebatar nada a los demás, sino de despertar las propias cualidades y sentimientos. Todo lo contrario, tanto la perfidia como la envidia son una gran causa de infelicidad, una enfermedad del interior, puesto que alimentan los ego sentimientos más perniciosos y más contrarios al amor al prójimo, porque generan rechazo hacia los demás, que puede ser de mayor o menor intensidad. Puede ir desde la antipatía, la repulsión y el rencor hasta el odio. La imposibilidad de conseguir aquello que uno desea genera también rabia, impotencia y tristeza.
¿Y cómo podemos superar la perfidia?
Es un mal que tiene difícil solución a través de la comprensión y la toma de conciencia, pues el que padece de perfidia actúa con plena conciencia de que está causando daño. Las personas pérfidas son seres muy obcecados en generar sufrimiento. Generalmente hasta que no sufren en sí mismos aquello que hicieron a los demás no empiezan a conmoverse. En esos momentos de debilidad y vulnerabilidad un acto de amor incondicional y desinteresado hacia ellos por parte de aquellos que fueron sus víctimas en el pasado puede ser el detonante de su cambio, porque descoloca todos sus esquemas mentales. Son seres acostumbrados a actuar siempre de forma interesada. No pueden asimilar que aquellos a los que tanto daño hizo, teniendo la posibilidad de vengarse, decidan perdonarlos y ayudarles. Es entonces cuando la perfidia se suele venir abajo y suele quedar substituida por un sentimiento de lealtad inquebrantable hacia sus antiguas víctimas que le concedieron el perdón y le socorrieron cuando estaba necesitado de ayuda, a pesar de saber ellos que no eran merecedores de clemencia ni de socorro.
Háblame ahora de la ambición.
La ambición es un deseo poderoso de querer poseer o dominar. Si la posesión que se ambiciona es de tipo material entonces se manifiesta en forma de codicia y avaricia. Es decir, que la codicia y la avaricia son en realidad variantes de la ambición. La ambición de poder y dominio sobre territorios y personas es otra variante de la ambición. El ambicioso también suele ser envidioso, porque aspira a conseguir estar por encima de todo y de todos y no permite que nadie le haga sombra. El ambicioso nunca está conforme con lo que va adquiriendo y siente un deseo insatisfecho de poseer cada vez más. Cree que al ir consiguiendo los objetivos que se propone va a conseguir ser feliz. Sin embargo una vez consigue lo que se propone no se conforma, sino que siempre quiere más. Entonces busca un objetivo todavía más desmedido y difícil de conseguir.
¿Pero no hay personas que ambicionan objetivos nobles, como la paz mundial o la erradicación del hambre o la guerra? ¿Actúan incorrectamente?
Eso no son ambiciones, sino aspiraciones. La diferencia entre la aspiración y la ambición en el sentido que aquí le estamos dando a la palabra es que el ambicioso no se mueve por ideales nobles sino egoístas, por eso no suele tener escrúpulos a la hora de actuar. El ambicioso jamás se detiene en su afán de poseer y dominar, porque nunca está satisfecho con lo que tiene. Es decir, que la ambición es insaciable y desmedida. El ambicioso no respeta ningún código ético ni moral. Tiene el concepto de que el fin justifica los medios, y por tanto no respeta el libre albedrío. Por eso suele imponer su criterio a los demás y no admite el fracaso. Se enfada muchísimo cuando sus expectativas no se ven satisfechas y suele buscar formas más agresivas y dañinas para tratar de conseguir su objetivo. Es decir, si no puede conseguir lo que quiere por las buenas, entonces lo hace por las malas. Por eso pocas veces se satisface la ambición sin perjuicio para los demás.
¿Cómo se supera la ambición?
Tomando conciencia de que ese deseo poderoso de querer poseer o dominar no lleva a la felicidad, sino que sólo genera turbación y desasosiego en uno mismo y sufrimientos de todo tipo en los demás. La ambición desmedida es una manifestación del egoísmo sumamente perniciosa. Las personas dominadas por la ambición desmedida son las que causan un mayor daño y sufrimiento a la humanidad, pero también gran endeudamiento kármico para sí mismos. Los grandes criminales de la humanidad son los poderosos que pretenden ser los dueños del mundo material, que mueven los hilos de la política y de las finanzas internacionales a su antojo, ya que en su afán de dominar el mundo no vacilan en tomar decisiones que van a generar sufrimiento y muerte a millones de personas, si con ello su riqueza y poder se ven incrementados. Pero no caen en la cuenta de que todo ese sufrimiento que generaron se volverá contra ellos cuando retornen al plano espiritual.
Todo lo que se han afanado en conseguir, todo, absolutamente todo lo perderán al dejar el mundo material, y lo que se van a encontrar cuando pasen al mundo espiritual es una enorme deuda kármica, que empezará por la experimentación en sí mismos de todo el sufrimiento que han generado en los demás. Y hasta que no hayan reparado todo el mal que hicieron no dejará de sufrir su espíritu, lo cual les puede costar tanto tiempo que les puede llegar a parecer una eternidad.
Háblame ahora de la hipocresía.
Más que un ego sentimiento en sí mismo, la hipocresía es una manifestación de la vanidad. Es el deseo de aparentar ser lo que no se es, de dar buena imagen. La persona hipócrita es aquella que no desea avanzar espiritualmente, sino sólo aparentarlo con el objeto de ser alabada y admirada. No busca cambiar sino sólo dar una imagen de cara al exterior. Por eso la hipocresía es un gran enemigo del avance espiritual, puesto que la persona no trabaja para cambiar y eliminar su egoísmo, sino sólo para ocultar el egoísmo a los demás y dar una imagen de falsa bondad. Suelen ser personas que actúan con astucia para llegar a convencer de que realmente son buenas y van a actuar a favor de los demás, cuando en realidad actúan para satisfacer su propio egoísmo. El comportamiento hipócrita es muy habitual en la política, sobre todo en época de elecciones, pues todos los candidatos se afanan en dar buena imagen y apariencia de deseos de mejorar las condiciones de los ciudadanos para convencerles de que les voten. Pero una vez llegan al poder actúan para favorecer sus propios intereses o los de aquellos a los que deben favores. Pero no sólo en política, en todos los ámbitos de la vida existe una tendencia a dar una imagen diferente de la que uno es con el propósito de aprovecharse de los demás. Por eso la hipocresía es un gran enemigo del amor al prójimo, puesto que hay muchos que simulan amar a los demás cuando detrás de esa apariencia de bondad esconden propósitos egoístas, que pueden ser deseos de reconocimiento, fama, riqueza o poder.
¿Y cómo podemos diferenciar a alguien que actúa con verdadera bondad de alguien que sólo lo aparenta?
La persona bondadosa actúa con sinceridad y desinterés y mantiene una coherencia entre lo que dice y lo que hace. El hipócrita finge y se contradice constantemente, puesto que dice una cosa y hace otra muy diferente. Esto la pone en evidencia. Por ejemplo, suelen alardear de ser humildes, cuando la persona que es modesta no alardea nunca de lo bueno que hace por los demás. Le basta con hacerlo para llenarse. Mientras, el hipócrita no hace nada por nadie a no ser que obtenga algo a cambio. La persona hipócrita en algún momento cometerá un error y dejará al descubierto su propósito egoísta, y en ese momento será posible desenmascararla.
¿Y qué se puede hacer para superar la hipocresía?
Primero, reconocer que se tiene y que hay que luchar para superarla. Sería bueno también tomar conciencia de que en realidad estar toda la vida fingiendo es agotador y genera vacío y, por tanto, infelicidad. Pensemos también que en el mundo espiritual no hay posibilidad de engaños y que allí a cada uno se le ve tal y conforme es y no como intenta aparentar, con lo que desde el punto de vista espiritual es un esfuerzo vano e inútil. La hipocresía nace del deseo de ser más que los demás, por eso está muy relacionada con la vanidad y el afán de protagonismo. Cuando se renuncia a ese deseo entonces es posible superarla.
¿Me puedes hablar ahora del afán de protagonismo?
Sí. En realidad del afán de protagonismo ya hemos hablado anteriormente y no nos vamos a extender demasiado, pues sería repetirnos. A modo de resumen, podemos decir que el afán de protagonismo es el deseo de ser el centro de atención, de que los demás se fijen en uno. El afán de protagonismo se da con mayor intensidad en la etapa de la vanidad, por el deseo de obtener fama, éxito, admiración y alabanza de los demás. También se puede dar el afán de protagonismo en las etapas del orgullo y la soberbia, y en esos casos suele estar motivado por un vacío de sentimiento y un deseo de ser querido. El afán de protagonismo en las personas que están en la etapa del orgullo o de la soberbia se denomina arrogancia. El arrogante es aquel que se siente superior a los demás y actúa con prepotencia y despotismo.
¿Pero hay algo de malo en desear ser querido por los demás?
Nuevamente te digo que no, pero esta no es la forma correcta
de buscarlo. El que hace algo esperando algo a cambio, se
suele decepcionar o enfadar si ese algo no llega, con lo cual
refleja que no hacía las cosas por amor a los demás sino por
interés. El que ama verdaderamente se llena con lo que hace
por los demás, sin que le sea necesario un reconocimiento.
También hay que tener en cuenta que la decisión de que
alguien nos quiera no está en nosotros, sino en la voluntad de
ese alguien. Forzar ese sentimiento hacia nosotros, exigiendo esto
como forma de agradecimiento por lo que hemos hecho por
ese alguien, sería una vulneración del libre albedrío de esa
persona.
¿Cómo se superan el afán de protagonismo y la arrogancia?
Practicando la humildad.
¿Y qué es exactamente la humildad? ¿Podrías definirla?
Podríamos definir la humildad como la cualidad espiritual que caracteriza a las personas que actúan con total sinceridad, transparencia y sencillez, capaces de reconocer sus defectos y errores y que no hacen alarde de sus virtudes. La humildad es una cualidad que es imprescindible desarrollar para poder ayudar espiritualmente a los demás, porque sin ella es fácil caer en la egolatría o culto a uno mismo, en el envanecimiento y la arrogancia.
¿Y cómo la falta de humildad puede desembocar en egolatría, envanecimiento y arrogancia?
Si alguien que demuestra interés por ayudar a los demás consigue captar la atención de un número creciente de personas y está falto de humildad, seguramente se deslumbrará a sí mismo, se fascinará. Seguramente su afán de protagonismo se disparará, porque se siente el centro de atención de mucha gente. Como no reflexiona sobre sus defectos acabará creyéndose que es mejor que los demás, y que está por encima de ellos. Lo que motiva a esa persona en este momento por encima de todo es captar la atención, la admiración y la alabanza de un número cada vez mayor de personas. Aunque todo esto se puede dar de una manera tan sutil, utilizando tan buenos modales, que al principio sólo es perceptible para un espíritu con gran capacidad de captar el interior espiritual. Al mismo tiempo se le puede despertar la envidia por aquellos que demuestran mayores aptitudes espirituales que él mismo, pues los consideran rivales que les roban seguidores. De una manera astuta y malintencionada puede llegar a menospreciarlos si encuentran que en la comparación quedan en evidencia sus defectos. También suelen encumbrar a una posición de privilegio, pero subordinada a la suya propia, a aquellos que sin tener la capacidad suficiente son obedientes seguidores de sus órdenes. En ese momento la motivación de ayudar a los demás queda ya en un segundo plano, aunque se siga utilizando como tapadera para conseguir más adeptos. Y todo eso ha ocurrido porque no se ha cultivado la humildad, es decir no se ha actuado con total sinceridad, transparencia y sencillez, no ha habido un reconocimiento de los defectos (el afán de protagonismo, la arrogancia, la envidia) y se ha hecho alarde de supuestas virtudes.
Visto de esa manera parece imposible amar al prójimo y ayudar a los demás, porque es muy difícil alcanzar ese estado de humildad necesario para no dejarse atrapar por el afán de protagonismo. Quiero decir, ¿se puede amar a los demás y ayudar al prójimo sin caer en las trampas del egoísmo?
Claro que se puede. Se puede cuando se hacen las cosas de corazón y se es vigilante con los propios defectos, para reconocerlos cuando se manifiestan y luchar para que no dominen nuestra voluntad. Se puede cuando no se es presuntuoso ni pretencioso, ni se quiere ir más lejos de lo que la propia capacidad puede alcanzar. Cuando uno pretende ayudar al prójimo no debe hacer las cosas con el propósito de destacar sobre los demás, ni para entrar en competición ni en comparación con lo que hacen los demás, sino sólo porque se llena con la satisfacción de ver que esa ayuda ha repercutido en un bien para alguien. Esta es la forma de avanzar con paso firme y seguro hacia el amor incondicional.
LOS DIEZ MANDAMIENTOS A LA LUZ DE LA LEY DEL AMOR.
¿Cuál es el origen de los diez mandamientos? ¿Los dictó Dios mismo, son invención de Moisés u obra de otro ser humano?
Dios mismo no. Eso es mucho decir. Pero es cierto que lo que llamáis Mandamientos originales fueron transmitidos a Moisés por seres de evolución superior. Por su alto nivel evolutivo se les puede considerar mensajeros de Dios.
¿Y cuál fue la intención de esos seres al transmitir los mandamientos?
Dar unas nociones básicas para la gente de aquella época de por dónde iba la espiritualidad. Más que mandamientos eran consejos, ya que los seres de alta evolución ni exigen ni obligan a nada. Mandamientos es una traducción equivocada, pero si os gusta la palabra la seguiremos empleando.
Hombre, me alegro de que por los menos haya quedado algo de verdad.
Eso no quiere decir que no hayan sido objeto de manipulación, modificación y añadidos.
Ya me parecía a mí. ¿Y qué es lo que ha sido manipulado y lo que no?
Si quieres los revisamos uno por uno. Algunas manipulaciones las podéis ver vosotros, pues son más recientes y evidentes, simplemente comparando lo que dice el texto del antiguo testamento con el decálogo que ha quedado como oficial de la Iglesia Católica.
Vale, empezamos por el primer mandamiento. Según la Iglesia Católica es "Amarás a Dios sobre todas las cosas". ¿Qué tienes que decir de este?
Es un buen mandamiento, aunque no aparece en el texto del Deuteronomio donde supuestamente Jehová le transmite los mandamientos a Moisés. Esto más bien lo dice Jesús cuando un escriba del templo le pregunta "¿Cuál es el primer mandamiento de todos?" Y él responde: "El primero es: escucha, Israel, el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas". El segundo es éste: amarás a tu prójimo como a ti mismo. Pero el texto del Deuteronomio dice: "No tendrás dioses ajenos delante de mí. No te harás imagen ni ninguna semejanza de lo que hay arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás ante ninguna imagen, ni la honrarás."
¿Y cuál es el verdadero?
Los dos mensajes son espiritualmente avanzados. El de Moisés era un alegato contra el politeísmo y la idolatría, tan frecuentes en aquella época. Quiere dar el mensaje de que existe un único Dios, y que la adoración de imágenes no tiene nada que ver con Dios ni la espiritualidad. Es decir, le dice al ser humano "No construyas imágenes para alabarlas como si fueran dioses." El de Jesús, aparte de confirmar que sólo hay un Dios, añade algo más avanzado: Amarás a Dios y al prójimo como a ti mismo, un buen resumen de la ley del amor.
¿Si los dos están bien, cuál es el problema?
Para mí, ninguno. El problema lo ha de tener el que cree a pies juntillas que los diez mandamientos de la Iglesia Católica están escritos en el Deuteronomio tal cual los dio a conocer Jehová, Yahvé o como le queráis llamar, a Moisés, porque no es cierto. Ahí está el fraude moderno. Si nos ceñimos a lo que dice la Biblia, el primer mandamiento pertenecería a Jesús y no a Moisés.
¿Y cuál sería el motivo de este cambio?
El primer mandamiento según el Deuteronomio le dice al ser humano: "No construyas imágenes para alabarlas como si fueran dioses." Si os fijáis, la Iglesia Católica no cumple este mandamiento, porque pone mucho énfasis en la adoración a multitud de imágenes de santos, vírgenes y el propio Jesús en mil versiones diferentes. Una manera de evitar esa contradicción, la cual ya vieron reformadores como Lutero, era simplemente eliminar este mandamiento y substituirlo por otro menos incómodo.
¿Y qué es lo que ha hecho que el catolicismo se haya inclinado a la adoración de imágenes?
Ya dijimos que la Iglesia Católica, a partir de Constantino, absorbió costumbres y ritos de religiones anteriores. En ellos era frecuente la adoración de imágenes de "los Dioses". Era una costumbre muy arraigada en muchos lugares del imperio romano y una conversión forzosa como la que decretó Constantino no podía eliminarla de golpe. Además, tampoco les convenía eliminar esa costumbre, pues todo este culto a las imágenes y las ofrendas correspondientes era una manera de entretener a la gente para que no se fijara en los valores realmente espirituales, ni cuestionara su forma egoísta de comportarse, tan en contra de esos valores. Las figuras de dioses masculinas de antaño pasaron a ser Jesús y los santos, y las femeninas, la Virgen y las santas. Solo quedaron excluidas las imágenes de animales, ante la imposibilidad de asimilarlos a las figuras destacadas de la nueva religión. Si os resulta sorprendente lo que os digo, fijaros en el fenómeno más reciente, pero semejante, que se ha producido tras la conquista de América y la evangelización forzosa de las poblaciones autóctonas, donde los mismos ritos y adoraciones a divinidades precolombinas se siguen realizando, sólo que ahora los nombres de estas divinidades han sido substituidos por los de los santos de la Iglesia. Esta es una de las razones por las cuales los judíos no adoran imágenes, mientras que los cristianos católicos sí, a pesar de que supuestamente estas dos religiones aceptan como válidos los diez mandamientos.
Me gustaría que me hablaras con mayor profundidad de la concepción que se tiene en el mundo espiritual de los rituales, ya que los seres humanos, a través de las religiones, basan gran parte de su creencia en el supuesto carácter sagrado del ritual.
Los rituales son juegos que el ser humano inventa creyendo equivocadamente que con eso está acercándose a Dios, pero en realidad son una tapadera que le impide acceder a la auténtica espiritualidad. Los rituales han ido variando de época en época en función de las costumbres y del nivel de sensibilidad de las comunidades humanas. En épocas pasadas, los rituales eran actos de barbarie aterradores pues se llegaba a torturar y sacrificar a seres humanos con la creencia de que esto era agradable a los dioses. Posteriormente se sustituyó el sacrificio humano por el sacrificio de animales, el cual todavía perdura en muchas sociedades. Gracias a Jesús, el sacrificio de animales como acto ritual cayó en desuso en las comunidades cristianas, y se sustituyeron por rituales menos agresivos. Sin embargo, sabed que ni Dios ni los guías espirituales piden ni necesitan rituales ni ofrendas para conceder su ayuda. Lo consideran como una característica propia de humanidades poco avanzadas y se entristecen cuando con ellas se genera destrucción de vidas, sufrimiento y dolor, y por el autoengaño que se provocan a sí mismos aquellos que las realizan, ya que los rituales que generan daño, como los sacrificios humanos o de animales, en realidad producen todo lo contrario, endeudamiento espiritual , pues son actos contra la ley del amor, mientras que los que son inofensivos, son irrelevantes desde el punto de vista espiritual. Tampoco necesitan ni piden peregrinaciones a lugares santos, ni renunciaciones absurdas, como ayunos prolongados, ni fustigaciones, ni castigos físicos que generan dolores inútiles y ponen en peligro la salud y que no benefician a nadie. Sólo es necesaria la voluntad sincera de avanzar. Ya lo hemos dicho en repetidas ocasiones pero lo volvemos a decir: lo único que sirve para progresar espiritualmente es el avance que hagamos en la eliminación del egoísmo y el desarrollo de los sentimientos, y esto se tiene que manifestar en el día a día. Por lo tanto, no hay atajos, es decir, no hay prácticas o rituales que permitan conseguir este objetivo sin el esfuerzo propio, como a mucha gente le gusta creer. Los rituales, al igual que las adoraciones de imágenes, los rezos repetitivos, todo es vano desde el punto de vista espiritual.
También hay personas que prometen la adquisición de poderes espirituales a través de ciertos rituales o sortilegios. ¿Qué hay de cierto en ello?
Nada. Por supuesto, se trata de promesas falsas que sólo pueden engañar a incautos. Ya hemos dicho que el tener desarrolladas determinadas capacidades, como la telepatía o la clarividencia, está exclusivamente ligado al avance espiritual en el amor. Por lo tanto, nadie va a adquirir superpoderes a través de estas prácticas.
Perdona que insista en este punto pero ¿Qué opinión tienes de la hechicería y los sortilegios? ¿Es cierto que funcionan? Quiero decir, ¿se puede conseguir que ciertos espíritus colaboren en las peticiones que uno hace, sean estas incluso con propósito de hacer daño, como el mal de ojo o el vudú? ¿Tienen algún fundamento?
Ni los sortilegios ni los hechizos se pueden considerar prácticas espirituales. Al igual que los rituales, los hechizos son un juego, a veces inofensivo, cuando lo que se pide no implica un daño para nadie, como el que pide que le toque la lotería; pero a veces es muy macabro, puesto que lo que se pide se hace con la intención de perjudicar a otras personas, con lo cual lo que se manifiesta es una intención egoísta.
Es cierto que hay espíritus negativos que pueden ligarse a ciertas peticiones de encarnados con malos propósitos, que tienen el mismo tipo de malas intenciones, y que pueden intentar perjudicar a personas concretas. Esto no quiere decir que lo consigan, pues sería una violación del libre albedrío de los encarnados si a estos espíritus se les permitiera perjudicar a cualquiera sólo por el deseo de ellos mismos o de un espíritu encarnado de hacerle daño. Si los espíritus negativos tuvieran capacidad de dañar a quien quisieran, os aseguro que no dejarían títere con cabeza. Ya hemos dicho que su nivel de influencia es limitado y sólo podrán influir negativamente en aquellos que por sus bajas intenciones permitan esa mala influencia, o que por miedo y autosugestión, acaben creyendo que es real. Por tanto, la mejor protección que uno puede tener frente a la influencia de espíritus negativos es su propia actitud ante la vida. El que actúa de buena fe en la vida, procurando no perjudicar a los demás, se protege automáticamente frente a ese tipo de influencias. Es más bien el que quiere perjudicar a los demás a través de la hechicería la víctima más frecuente de este tipo de prácticas, pues se atrae para sí mismo la influencia de aquellos mismos espíritus negativos que, frente a la imposibilidad de dañar a otros, se cebarán con aquel que les abrió la puerta con sus malas intenciones. Por la ley de causa efecto, aquel que utilizó la hechicería contra los demás se expone, en el futuro, a ser la víctima de actos de hechicería de otros, y de esta manera experimentará en sí mismo las consecuencias funestas del mal que generó contra los demás.
Entonces, ¿Qué opinión tienes de las personas que afirman encontrarse mal porque alguien les ha echado mal de ojo o porque se sienten atormentados por algún espíritu negativo?
En la mayoría de casos no es cierto. Es cierto que se sienten mal, pero no es porque nadie les haya echado mal de ojo, sino por sus propios problemas emocionales o actitudes egoístas. Hay personas que al creer que los espíritus les pueden perjudicar, les entra el miedo, y crean en su imaginación los seres malignos a los que tanto temen. Esto les hace debilitarse y deprimirse emocionalmente, con lo cual ellos mismos se generan el malestar por autosugestión. Todo esto ocurre porque es más fácil culpar del malestar a los demás que profundizar en uno mismo para saber de dónde viene ese malestar.
¿Pero puede haber casos reales de influencia de espíritus negativos? ¿Existen personas endemoniadas o poseídas por espíritus malignos?
Los endemoniados no existen porque no existe el demonio. La mayoría de "endemoniados" que aparecen en las Escrituras eran en realidad enfermos mentales, personas con trastornos psicológicos muy fuertes, algunos de ellos provocados por haber vivido circunstancias altamente traumáticas, mientras que otros podían ser víctimas de enfermedades infecciosas como la rabia. Pero es cierto que cuando uno genera ego sentimientos se puede atraer la influencia de espíritus negativos que los alimentan todavía más. Y no es porque les hayan echado una maldición y que esta sea efectiva, sino que es un proceso causado por uno mismo. Pero es cierto que puede haber personas influenciadas en mayor o menor medida por espíritus posesores por diferentes motivos: algunas porque pidieron contactar con espíritus negativos, otras porque tienen alguna debilidad que atrae su influencia, como por ejemplo la adicción a drogas, o porque mantienen actitudes egoístas altamente negativas. Otras influencias se dan porque el encarnado ha cometido actos negativos en el pasado contra el espíritu desencarnado que le atosiga y éste tiene el deseo de resarcirse del daño recibido. Pero normalmente esta influencia es bastante limitada, generalmente se limita a generar pensamientos negativos en la mente de la víctima y nunca llega a convertirse en una posesión. Las personas que tienen el don de la mediumnidad pueden se molestadas de una manera más contundente por los espíritus negativos, pues su propia naturaleza favorable al contacto con el mundo espiritual les predispone a que ese contacto sea más intenso. Pero esto sólo ocurrirá en el caso de que se dejen llevar por bajos instintos o actitudes perversas. Los casos de posesión que veis en las películas de miedo son pura fantasía.
En esos casos, ¿Cómo se puede liberar uno de esa influencia? ¿Los llamados "exorcismos" tienen algún poder para liberar de las influencias de los espíritus negativos?
Ya lo hemos dicho. Si hay algún espíritu negativo molestando suele ser reflejo de que, por nuestra actitud, le hemos permitido entrar. Un cambio de actitud positivo, es decir, mediante el abandono los malos hábitos generados por el egoísmo, nos liberará de esa influencia, y no por la práctica de ningún sortilegio o ritual determinado, como lo que llamáis exorcismo, el cual, aparte de ser inútil, también resulta ridículo.
¿Las limpiezas energéticas, basadas en la transmisión de energías a la persona afectada, pueden servir de ayuda para liberarle de la influencia de un espíritu negativo?
Ayudan, si el transmisor de esas energías es un buen canal energético y no utiliza su capacidad con fines egoístas, pues los espíritus avanzados pueden actuar a través de él para liberarlo de esa influencia. Pero si uno mantiene su actitud negativa, ese efecto será pasajero. Por lo tanto no depende de otros, sino de uno mismo, el liberarse de las influencias de los espíritus negativos.
¿Hay personas que son sensibles y pueden percibir ambientes donde hay espíritus negativos, sin que sea por una mala actitud de ellos mismos?
Sí. Pueden sentirse cansados y agotados. Pero ese malestar será pasajero y desaparecerá cuando se abandone el lugar. Es decir, que no se le va a "pegar" algún espíritu negativo para atormentarle por el hecho de haber estado en un ambiente frecuentado por espíritus de baja vibración, como creen algunas personas. A veces ese mal ambiente lo generan los propios encarnados con sus ego sentimientos. Las personas que son sensibles pueden captarlo y sentirse mal, pero sólo será una sensación pasajera.
¿Es cierto que algunos espíritus provocan los llamados "fenómenos paranormales", como objetos que se mueven, luces y aparatos que se encienden solos o incluso voces o imágenes que se detectan en dispositivos de vídeo y audio, y que provocan un gran temor en aquellos que son testigos de estos fenómenos?
Sí, pero esto no significa que tengan un propósito negativo. A
veces sólo son espíritus que intentan contactar con los
encarnados porque quieren dar a conocer que siguen vivos.
Suelen ser personas que han desencarnado recientemente, que
todavía están apegados a la vida física y no quieren abandonar
el ambiente en el que vivieron ni las relaciones que tuvieron, e
intentan llamar la atención de los allegados para hacerles saber
que siguen vivos. Les intentan hablar y tocar, pero como sus posibilidades de comunicación y contacto con los encarnados
son limitadas (depende de la sensibilidad del encarnado) éstos
no se aperciben de su presencia. A veces consiguen interferir en
los aparatos que funcionan con electricidad (encienden y
apagan bombillas, el televisor, la radio), pues les es más fácil
interactuar sobre la energía que sobre la materia. Incluso a
veces pueden mover objetos de sitio con la colaboración de la
energía de algún encarnado, si éste tiene algún tipo de facultad
mediúmnica. Y todo esto asusta mucho a los encarnados por la
ignorancia de lo que está pasando, cuando en realidad no suele
haber mala intención sino deseo de llamar la atención e
inconsciencia del miedo que pueden causar en los encarnados.