


PREFACIO
El contenido de este libro es un mensaje de amor para toda la humanidad.
No importa cómo ha sido recibido ni de quién viene. Lo que importa es el contenido del mensaje. Eres libre de hacer lo que quieras con él, desde ignorarlo, criticarlo, censurarlo, hasta aplicártelo a tu propia vida. Esto último es lo que yo he hecho, aunque antes de ello haya podido pasar por alguna de las etapas anteriores.
Por tanto, dejo a tu criterio el decidir si el personaje de Isaías, mi interlocutor y protagonista de este libro, es un recurso literario o existe de verdad, si el diálogo entre él y yo que encontrarás expuesto en las siguientes páginas ha existido o no en realidad y en qué condiciones se ha producido. En cualquier caso, lo que sí es cierto es que es un mensaje escrito con el corazón para el corazón, tu corazón.
Mi esperanza es que te sirva a ti tanto como a mí me ha servido. Te sirva para conocerte a ti mismo, para despertar tus sentimientos, para liberarte de tu parte egoísta, para comprender el motivo de tu vida, de las cosas que te han ocurrido y te ocurren. Para que tengas esperanza, para que comprendas mejor a los demás y llegues algún día a quererlos, para que entiendas el mundo en el que vives, para que puedas sacar hasta de la mayor desgracia el mayor provecho para tu evolución en el amor. En definitiva, para que seas tú mismo, libre, consciente para experimentar el amor auténtico, el amor incondicional y que seas, por tanto, más feliz.
Con todo mi amor, para ti.
INTRODUCCIÓN
Siempre me he hecho muchas preguntas, preguntas muy profundas.
Son preguntas de esas que se llaman existenciales. Siempre he querido saber el motivo de mi vida, de la vida de todos nosotros. ¿Quién soy yo? ¿Por qué existo? ¿Por qué existen los demás? ¿Qué hacemos aquí? ¿Hemos venido a hacer algo en particular? ¿Por qué nacemos, por qué nos morimos? ¿De dónde venimos, a dónde vamos? ¿Hay algo después de la muerte?
Y ahí no acababa todo. Otras veces intentaba buscar la respuesta al gran número de injusticias que veo en el mundo.
¿Por qué la vida es tan injusta? ¿Por qué hay niños que, desde su nacimiento, que en su vida han hecho daño a nadie, sufren tan atrozmente, por hambre, guerra, miseria, enfermedades, abusos, malos tratos, por qué no los quiere nadie, mientras otros nacen sanos, en un entorno feliz y son amados? ¿Y por qué unas personas enferman y otras no? ¿Por qué unas personas viven mucho tiempo y otras mueren casi al nacer? ¿Por qué existe el sufrimiento, la maldad? ¿Por qué hay gente buena y gente mala, gente feliz y gente desgraciada? ¿Por qué he nacido en esta familia y no en otra? ¿Por qué me pasan estas desgracias a mí y no a otra persona? ¿Por qué le pasa tal otra desgracia a otra persona y no a mí? ¿De qué depende todo eso?
Otras veces eran preguntas respecto a los sentimientos.
¿Por qué no soy feliz? ¿Por qué quiero ser feliz? ¿Cómo puedo ser feliz? ¿Encontraré un amor que me haga feliz? ¿Qué es el amor, qué son los sentimientos? ¿Qué es lo que yo siento? ¿Merece la pena amar? ¿Sufrimos más cuando amamos o cuando no amamos?
Supongo que tú, en algún momento de tu vida, también te las habrás hecho o te las sigues haciendo de vez en cuando. Pero como estamos tan entretenidos en nuestro día a día cotidiano, son pocos los momentos en los que nos las planteamos conscientemente y poco el tiempo que dedicamos a intentar resolverlas. Tenemos muchas obligaciones, tenemos muchas distracciones. Y como aparentemente no encontramos la respuesta y el buscarla nos hace sentirnos inquietos, preferimos dejarlas aparcadas en un rincón en nuestro interior, tal vez creyendo que así sufriremos menos.
¿Existe una respuesta a cada una de estas preguntas? Pero no busco una respuesta cualquiera, sino una respuesta que sea verdadera.
¿Existe una verdad? ¿Cuál es la verdad? ¿Dónde buscar la verdad? ¿Cómo reconocer la verdad?
Yo siempre he sido una persona escéptica, incrédula, pero al mismo tiempo abierta a investigar. Me ha gustado comprobar las cosas por mí mismo. Te aseguro que he buscado durante mucho tiempo la respuesta en lo que se nos ha enseñado desde pequeños: las religiones, la filosofía, la ciencia. Cada una tenía su cosmogonía particular, una forma de entender el mundo. Pero siempre parecía haber un límite, tanto en las religiones como en la ciencia, para explicar la realidad tal y como yo la percibía. Siempre he encontrado respuestas incompletas, incoherentes unas con otras, alejadas de la realidad, que seguían sin responder satisfactoriamente a mis preguntas. Por mucho que intentara profundizar, al final encontraba un muro infranqueable, la respuesta final que obstaculizaba mis deseos de indagar más y más.
La respuesta final que obtenía de la religión era, más o menos, esta: "Es la voluntad de Dios. Solo él lo sabe. Nosotros no lo podemos comprender". Es decir, que no podemos comprender por qué unos nacen en circunstancias más o menos favorables, por qué unos enferman y otros no, por qué unos mueren antes y otros después. No podemos comprender qué es lo que pasa después de la muerte, por qué te ha tocado vivir con esta familia y no en otra, por qué en este mundo, por qué permite Dios que haya injusticias en el mundo, etc.
La respuesta final que obtenía de la ciencia era más o menos que hay una explicación física para todo, pero a nivel filosófico, las respuestas a casi todo son: "Es fruto de la casualidad" o "No puede demostrarse científicamente que tal o cual cosa exista o no". Es decir, no hay una razón por la cual existes, no hay un motivo particular por el que vivir. Si naces en las circunstancias en las que naces, más o menos favorables, es por azar. Si te toca estar enfermo o sano de nacimiento, nacer en una familia u otra, morirte antes o después, es por azar. No se puede demostrar científicamente que exista la vida antes del nacimiento, ni la vida después de la muerte. No se puede demostrar científicamente que exista Dios, etc.
La mayoría de gente se posiciona en esas respuestas aprendidas y cuando quieres hablar con alguien sobre estos temas, los que son creyentes de la religión te responden más o menos en estos términos: "Es la voluntad de Dios. Solo él lo sabe. Nosotros no lo podemos comprender". Y los que se han posicionado como cientificistas o creyentes de la ciencia, que creen saber más que los del primer grupo, te dicen: "Es fruto de la casualidad" o "No puede demostrarse científicamente".
Había otro tercer grupo de gente que me respondía: "Mira. No lo sé. No sé cuáles son las respuestas a tus preguntas, pero no estoy interesado ni en preguntármelas ni en responderlas".
Y cuando les respondo a todos: "Lo siento pero esas respuestas no me sirven. No me sirven porque no responden a mis preguntas", los primeros me dicen: "Es por falta de fe. Cuando tengas fe no te hará falta saber más". Los segundos me dicen: "Es porque te falta instrucción. La ciencia te dará la respuesta y verás que es la que yo te digo: 'que está demostrado científicamente que no se puede demostrar científicamente'". Los terceros me dicen: "Tengo una hipoteca que pagar, una familia que mantener, un coche que pagar, un fin de semana para irme de viaje. No me calientes la cabeza con esos temas porque ya tengo algo en lo que ocuparme".
A los primeros les responderé que no puedo renunciar a intentar responder a mis preguntas. Creo que la única manera de renunciar es anulando mi voluntad, y no estoy dispuesto a hacerlo. A los segundos les diré que no es por falta de instrucción. He tenido esa instrucción. Soy doctor en Ciencias Químicas y jamás he llegado a la conclusión de que tenga que ponerme barreras a la exploración, que haya campos que no pueda explorar, solo porque no tenga un aparato para medirlo. Me tengo a mí mismo, me gastaré de aparato de mí mismo. Lo que yo perciba y sienta lo tendré tan en cuenta como si lo midiera un sofisticado aparato y asumiré que los demás también son aparatos de sí mismos. Y si hay algo que no soy capaz de detectar con mi aparato, les preguntaré a ellos qué han podido captar con sus aparatos vivientes, para ver si me sirve. A los terceros no les diré nada, porque no están ahí para escucharme.
Con todo esto no quiero decir que no haya encontrado cosas que me hayan llamado la atención y que me hayan servido en mi búsqueda de respuestas, pero ha sido más bien fuera de la oficialidad donde he encontrado las pistas. Precisamente eran las vivencias de otras personas las que más me interesaban. Eran cosas que te permitían explorar por ti mismo. Si otro lo había podido hacer antes que yo, tal vez yo también lo pudiera hacer. Dos cosas me llamaron especialmente la atención: los viajes astrales y la vida de un tal Jesús de Nazaret. Os suena este nombre, ¿no? Ya no estoy hablando de lo que la Iglesia dice de él. Me he documentado mucho, de muchas fuentes, oficiales y no oficiales, religiosas y laicas. Pero hay dos cosas en las que casi todas coinciden: que este hombre existió realmente y que lo que dijo e hizo causó un gran impacto en la humanidad. ¿Qué es lo que me llamó la atención? Pues su mensaje "Ama a tu enemigo, ama a cualquiera". No me diréis que en un mundo en el que las personas y los pueblos estaban en constantes luchas entre sí por cualquier motivo (casi como ahora), donde los dioses de todas las religiones se utilizaban para justificar cualquier propósito de conquista y guerra, el que aparezca alguien con ese mensaje tan a contracorriente de todos no resulta llamativo. No solo eso sino que además lo cumple con su ejemplo. O sea que no lo decía solo de boquilla, como estamos acostumbrados de nuestros políticos, que te prometen el oro y el moro y luego hacen lo contrario de lo que dicen. Pero, claro, ¡se ha escrito tanto y tanto de él, después de él, por otra gente que no fue él y que ni siquiera convivió con él! ¿Cómo saber lo que pasó realmente? ¿Qué es lo que dijo y lo que no dijo? Eso me intrigaba.
Dejo aparcado por ahora el tema de Jesús que, como veréis, surgirá de nuevo más adelante, y hablaré ahora acerca de los viajes astrales. Lo encontré en varios libros de diferentes autores. Estos afirmaban que uno mismo, mediante ciertas técnicas de relajación, puede conseguir separarse de su cuerpo. Eso es un viaje astral. Separarte de tu cuerpo. Increíble, ¿no? No solo me llamó la atención el hecho en sí de poder separarse del cuerpo. Los que lo habían conseguido afirmaban además que en ese estado podían realizar cosas asombrosas, como atravesar la materia o viajar casi instantáneamente a donde el pensamiento quisiera. Y no solo eso. Se encontraban como en un estado expandido de conciencia en el que comprendían claramente el propósito de la vida y de lo que hacemos en este mundo. Esto último me interesaba, me interesa mucho. Tal vez era la clave para encontrar las respuestas a mis preguntas. No tenía mucho que perder. Pensé: "Lo peor que puede pasarme es que no ocurra nada". Así que me puse manos a la obra. Todas las noches, antes de irme a dormir, practicaba el ejercicio de relajación. Así lo hice durante un mes sin que ocurriera nada, quiero decir sin que consiguiera separarme del cuerpo. Pero no es que no sintiera nada con la relajación. Me gustaba. Lo que habitualmente sentía era una vibración en la planta de los pies y luego esta vibración subía hasta las piernas hasta el punto de que dejaba de notarlas.
Un día esa vibración fue subiendo hacia arriba, más allá de las piernas, al tronco, el cuello, la cabeza. Llegó un momento en que ya no sentía mi cuerpo. Solo una vibración muy intensa y agradable. Y entonces ocurrió. ¡Plof! De repente sentí como si me proyectara rápidamente por un túnel a gran velocidad. Era una sensación increíble. No tengo palabras para describirla. En cuestión de segundos sentí como si hubiera viajado miles de millones de kilómetros a una velocidad vertiginosa, pero sin experimentar ningún tipo de mareo ni malestar. Poco a poco mi velocidad fue disminuyendo y pude ver dónde me encontraba. Era un lugar increíble, parecía como sacado de un cuento de hadas. Había un lago rodeado de una naturaleza bellísima, la cual no tengo palabras para describir. Todo, la luz, los colores, los aromas, los sonidos, todo, absolutamente todo, era embriagador. Y yo lo sentía tan intensamente como si formara parte de ello. Se respiraba una paz indescriptible. Yo estaba tan alucinado de todo lo que estaba viviendo y sintiendo que no podía pararme a pensar. Entonces es cuando noté que no estaba solo. Había alguien sentado en una piedra, cerca del agua. Me quise acercar a él y, no sé cómo, llegué enseguida a donde él se encontraba. Parecía que, en aquel estado, con solo querer y pensar las cosas, ocurrían. Sentí que él me estaba esperando y no se sorprendió en absoluto al verme. Era un señor mayor, con el pelo y la barba largos y totalmente blancos, pero no parecía tener ninguno de los achaques de la edad que estamos acostumbrados a ver en los ancianos. Llevaba una especie de túnica blanca acordada en la cintura. Pero eso no era lo que más llamaba la atención de él. Lo que llamaba la atención era su mirada, una mirada tan maravillosa que creo jamás veré en este mundo. Tan dulce, tan penetrante, tan limpia, que me transmitía una sensación de tranquilidad y paz indescriptibles. Os puede parecer raro pero me sentía como si aquel anciano desconocido me traspasara de amor con su mirada hasta el punto de que ya ni se me ocurría pensar en lo extraño de aquella situación de tan a gusto que me encontraba.
A partir de ahora intentaré reproducir el diálogo que tuvimos, tanto el de aquella primera vez, como el de los sucesivos encuentros que tuve con aquel anciano maravilloso, que respondía al nombre de Isaías. Aquellos diálogos que tanto me han aportado, que me han cambiado tanto la vida, tan profundamente y para mejor, mucho mejor, y que quiero compartir con vosotros con el mínimo de interrupciones posibles, porque prefiero que sea de sus propias palabras, no de mis interpretaciones ni impresiones, que vosotros saquéis vuestras propias conclusiones.
Acomodaos tranquilamente, comienza la función.
PRIMER CONTACTO
Fue él el que se dirigió a mí primero. Me tomó las manos y me invitó a sentarme con él, frente a frente:
Bienvenido. Te estaba esperando.
¿A mí? ¡Si no te conozco!
Yo a ti sí. Pero eso no importa ahora.
Eh, estoy... ¿Dónde estoy? ¿Cómo he llegado hasta aquí?
Eso tampoco importa ahora. Lo sabrás más adelante.
¿Y tú quién eres?
Llámame Isaías. Y aunque tú no me recuerdes ahora, nos conocemos, desde hace mucho, mucho tiempo.
¿Y qué relación hemos tenido tú y yo?
Considérame tu hermano mayor.
No recuerdo haberte conocido nunca.
Eso no importa ahora. Aprovecha el tiempo para preguntar cosas importantes. ¿No tenías preguntas?
¿Preguntas? ¿Qué preguntas?
¿Ahora no te acuerdas? Esas preguntas profundas que tienes desde hace mucho tiempo y para las cuales no has encontrado respuesta.
¿Y tú cómo sabes eso?
Ya he dicho que te conozco. Conozco muy bien tu interior, así que pregunta sin temor, aquí eres totalmente libre.
Me siento desconcertado. ¡Este lugar es tan maravilloso! ¡Me siento tan bien aquí! ¡Es tan diferente del mundo normal! Me siento en paz, tan lleno de... ¡No sé cómo expresarlo!
¡Tan lleno de amor!
Es que, no sé... Porque nunca me había sentido así en mi vida. Pero es maravilloso.
Es normal. Es tu primera vez, tu primer viaje consciente aquí, en esta vida. Pero, por favor, aprovechemos el tiempo. Saca a la luz tus preguntas más profundas.
No sé por dónde empezar. Muchas veces me siento vacío, solo e incomprendido, ¿por qué me pasa esto?
Es normal y a mucha gente le pasa. Es porque vivís en un mundo con mucha falta de amor, estando unos de espaldas a los otros.
Y es cierto que uno puede estar solo en el mundo, aunque tenga mucha gente a su alrededor, porque el sentimiento de soledad parte de no sentirse amado, de no sentirse comprendido. La mayoría de gente de vuestro mundo se ha acostumbrado a vivir así, sin sentir, en soledad interior, en ausencia de amor verdadero. Creéis que estáis solos porque todavía no habéis tomado conciencia de que todos vosotros sois hermanos, que compartís un mismo destino y que os necesitáis los unos a los otros para poder alcanzarlo.
¿Y cuál es ese destino común que tenemos que alcanzar?
La felicidad verdadera, que solo es posible alcanzar a través de la evolución en el amor. El amor es lo único que puede llenar el vacío del interior.
¿Hay algo que te inquiete especialmente?
La pregunta fundamental que me atormenta constantemente es: ¿por qué existo y para qué? ¿Para qué he nacido? ¿He venido a hacer algo? Porque no sé lo que he venido a hacer.
Has venido a evolucionar.
¿Qué quieres decir con evolucionar? ¿Evolucionar en qué?
Al proceso de transformación del egoísmo en amor es a lo que llamo evolución. Evolucionar significa "aprender a amar".
Me hablas de evolución en el amor. Pero no es amor lo que yo veo en el mundo. ¿Por qué el sufrimiento? ¿Por qué vivimos en un mundo que tiene tantas contradicciones, desde lo más bello hasta lo más atroz y destructivo? El odio, las guerras, el hambre, la miseria, el sufrimiento. No puedo entender qué sentido tiene todo esto. ¿Tiene algún sentido, o se lo busco pero no lo tiene?
Sí tiene un sentido, evolucionar. Todas esas calamidades de las que hablas tienen un mismo origen, la ausencia de amor, llamémosla egoísmo. Igual que la suma del egoísmo de cada persona puede hacer del mundo un auténtico infierno, como ocurre en la actualidad, cuando ese egoísmo se transforme en amor, la suma del amor de cada persona transformará el mundo en un paraíso. En vuestra voluntad está el transformaros interiormente desde el egoísmo al amor, y si lográis el cambio interior, entonces el exterior, lo que os rodea, el mundo entero, cambiará como lógica consecuencia de ello. El mundo físico en el que estáis está ahí para ayudaros a experimentar en ese proceso de transformación. Es como la arcilla para el niño que quiere aprender a modelar.
Sigo sin entenderlo. ¿Evolución para qué, hacia dónde? ¿Qué sentido tiene todo ese esfuerzo si, al fin y al cabo, todo eso se va a terminar con la muerte?
La evolución de cada ser hacia una mayor capacidad de amar, de sentir y de saber, hacia mayores cotas de felicidad, no termina nunca, de lo contrario, no tendría sentido.
¿Qué quieres decir con esto?
Que el ser nunca deja de existir, es decir, es inmortal.
¿Cómo puedes decir eso si cada día vemos como mueren miles, millones de seres humanos?
Lo que muere es solo el vehículo que utiliza el ser para manifestarse en el plano físico, es decir, su cuerpo físico. Su esencia, su conciencia, continúa existiendo.
¿Quieres decir con esto que existe la vida después de la muerte?
Sí. En realidad lo que quiero decir es que la muerte no existe, y que lo que se descompone es solo el vehículo que utiliza el espíritu para manifestarse en el plano físico.
¿Y qué es el espíritu?
El espíritu es el ser que existe, que vive y siente. En el espíritu es donde reside la voluntad y la conciencia individual, que jamás se destruye. Tú eres un espíritu. Todos vosotros, humanos, sois espíritus, solo que ligados a un cuerpo material durante algunas temporadas a las que llamaremos encarnaciones. Creéis que sois vuestro cuerpo físico, pero este es solo el vestido que necesitáis para poder actuar sobre el mundo material.
A ver si lo he entendido bien, ¿quieres decir que el espíritu, o sea, nosotros, podemos existir de forma independiente del cuerpo?
Sí, y es lo que ocurre después de la muerte. El espíritu se separa completamente del cuerpo físico y continúa existiendo, viviendo.
¿Y no puede morir el espíritu?
No, el espíritu es inmortal. Puede evolucionar, cambiar a mejor o estancarse, pero jamás destruirse.
Ya, pero ¿Qué pruebas tenemos de que exista vida después de la muerte del cuerpo? Porque, que yo sepa, nadie ha vuelto para contarlo.
Perdona que te contradiga, pero esa afirmación no es totalmente cierta. Existen miles de testimonios de personas que estuvieron clínicamente muertas y fueron reanimadas. Muchas de ellas recuerdan haber vivido ciertas experiencias bastante fuertes y reales para ellas durante ese periodo de tiempo en el que estuvieron físicamente muertas.
¿Y estas vivencias que cuentan no pueden ser producto de una alucinación por el estado tan crítico en el que se encontraban?
Pues debe ser entonces una alucinación colectiva en la que todos se han puesto de acuerdo en alucinar lo mismo, porque todas estas personas están contando la misma historia.
Bueno, yo a veces me planteo si mi propia existencia no puede ser una alucinación...
Para alucinar es necesario existir. Hay una máxima de un pensador de vuestro mundo que dice: "Pienso, luego existo". Yo añadiría: "Siento, luego existo". Puedes dudar de la existencia de los demás, porque no es una experiencia propia. Pero de lo que uno mismo experimenta no se puede dudar, y la existencia propia es vivida y experimentada por uno mismo. Al que ha vivido y ha sentido esta experiencia no le cabe duda de que es real.
¿Y cuál es esa supuesta historia común que están contando?
La separación del cuerpo físico y la visión del propio cuerpo desde fuera. La sensación de viajar a través de un túnel oscuro, al final del cual se percibe una luz intensa. El encuentro con familiares o amigos anteriormente fallecidos. Un diálogo con un ser luminoso. La visión retrospectiva de la propia vida... Hasta experimentar el regreso al cuerpo, con un posterior cambio de valores vitales y una nueva percepción del fenómeno de la muerte. Son personas que dejan de tener miedo a morir porque ya han experimentado que la vida continúa y que lo que viene después es mucho mejor que lo que dejan.
Bueno, creo que son impresiones que no dejan de ser subjetivas.
Analizados aisladamente y de manera superficial es muy fácil desacreditar estos testimonios. Pero cuando algún fenómeno se repite, con unas características tan notablemente parecidas, independientemente del país, la cultura y las creencias previas, tanto en adultos como en niños, creo que al menos invita a que se haga un estudio serio al respecto. Existen investigadores muy serios y reconocidos de vuestro mundo que se han dedicado a estudiar concienzudamente las experiencias cercanas a la muerte y a recoger los testimonios de estas personas, como el psiquiatra y filósofo norteamericano Raymond Moody o el médico pediatra e investigador en neurología Melvin Morse, que ha trabajado con niños que han tenido este tipo de experiencias, entre muchos otros. Te aconsejo que te leas sus libros Vida después de la vida y Más cerca de la luz.
Aun así me parece un soporte poco consistente, casi accidental, para utilizar como prueba de la existencia de vida después de la muerte. Proporcionalmente, existen pocos casos de muerte clínica y reanimación respecto a los que mueren y no vuelven.
Existen muchos más testimonios, precisamente de personas moribundas, que están en proceso de separación definitiva del cuerpo, al que llamáis muerte, porque durante este proceso muchas de ellas afirman ver y conversar con sus seres queridos ya fallecidos o con otros seres luminosos que les preparan para la transición al otro lado. En casi todas las familias alguien recuerda un testimonio de estas características sucedido a algún familiar ya fallecido. Pero normalmente se suele creer que está alucinando. Nuevamente, parece ser que, cuando se acerca la muerte, todo el mundo se pone de acuerdo para alucinar lo mismo en todas las partes del mundo. También ha habido muchos estudiosos, como la prestigiosa psiquiatra Elisabeth Kübler-Ross, que se han dedicado a estudiar en serio este tema. Te invito a que leas su libro La muerte, un amanecer.
Pero todos estos son casos de personas que, aunque hayan estado cercanas a la muerte, están físicamente vivas.
También existen los testimonios de personas que contactaron con seres no encarnados, más frecuentemente con seres queridos fallecidos recientemente, que se despiden de ellos en sueños muy vívidos o en apariciones a pie de cama. También este es un caso bastante frecuente, aunque menos estudiado por los investigadores.
Aun así, creo que debería haber pruebas más sólidas, no solo limitadas a la interfase entre la vida y la muerte.
Existen médiums (personas sensibles) que tienen un contacto más frecuente y duradero con el mundo espiritual.
Esto todavía me parece más difícil de creer.
No lo creas a priori, pero estúdialo, analiza los mensajes recibidos, porque por la calidad del mensaje conocerás al autor.
¿Y cómo podemos saber que esto no es un fraude, es decir, que el supuesto médium no finge ser un difunto cuando es él mismo?
El fraude es siempre posible. Pero el que algunas personas falsifiquen dinero no quiere decir que todo el dinero sea falso, el que algunas personas finjan ser médiums no quiere decir que todos los médiums sean impostores o aprovechados. La mejor garantía contra el fraude es que el médium sea una persona honesta en su vida cotidiana y no emplee su facultad para su propio lucro. Hay muchas más personas con algún tipo de mediumnidad innata de las que pensáis, y esta se les despierta ya en la niñez. Pero, debido al rechazo e incomprensión que generalmente reciben de su entorno, tienden a reprimirla, y los pocos que consiguen desarrollarla convenientemente y emplearla para el bien común, lo hacen discretamente, para no ser objeto de burla y descalificaciones que les perjudiquen en su vida cotidiana.
¿Y por qué unas personas son médiums y otras no? ¿De qué depende esto?
Depende del programa evolutivo de cada espíritu. Es una circunstancia, la de ser médium, que se elige y se conoce antes de encarnar y, cuando se utiliza correctamente, le sirve al poseedor de la facultad para avanzar más rápidamente en su evolución, a través de la ayuda que presta a otras personas. Está muy relacionado con los actos que el espíritu realizó en otras vidas.
¿Quieres decir entonces que el espíritu existe antes de nacer y que ha vivido otras vidas?
Así es. Y en la actual vida física, las circunstancias y pruebas que el espíritu se encuentra están estrechamente relacionadas con las decisiones que tomó en las vidas físicas pasadas, y en el periodo de vida entre encarnaciones, no ligado a un cuerpo físico.
¿Y qué pruebas tenemos de que existan vidas anteriores, es decir, de que exista la vida antes del nacimiento?
Existen los testimonios de personas que tienen recuerdos de vidas pasadas, que pueden ser espontáneos (sobre todo en niños) o inducidos a través de hipnosis regresiva. Hay bastante bibliografía sobre el tema. Respecto al recuerdo en niños, te recomiendo que leas el trabajo de Ian Stevenson, un médico psiquiatra canadiense, que se dedica al estudio de los supuestos casos de reencarnación en aquellos niños pequeños que "recuerdan" una vida anterior. En la actualidad lleva estudiados más de dos mil quinientos casos de posible reencarnación en todo el mundo. Ha publicado más de veinte libros y diversos artículos en revistas especializadas de psicología y psiquiatría.
Te recomiendo su libro Veinte casos que hacen pensar en la reencarnación.
¿Y no puede ser todo esto fruto de la imaginación?
Admitiendo que haya casos que puedan ser fruto de la imaginación o de alguna alteración psíquica, o por cualquier otra razón, existen muchos otros en los que las personas recuerdan detalles muy concretos de la vida pasada anterior que han sido históricamente comprobados. Recuerdan lugares, acontecimientos, nombres, con mucho detalle, muchos de ellos vividos en países en los que la persona jamás ha estado en su vida actual. Los casos más llamativos son aquellos que suceden en niños de corta edad, que pueden incluso hablar espontáneamente en un idioma al que jamás han estado expuestos en la vida actual, por lo que este es un recuerdo del idioma que hablaron en la vida anterior. Suelen ser niños de entre dos y cuatro años de edad, que empiezan a hablar a sus padres o hermanos de una vida que tuvieron en otro lugar y en otro tiempo. El niño suele sentir una atracción muy fuerte hacia los hechos de esa vida y con frecuencia insiste a sus padres en que lo dejen volver a la familia en la que afirma haber vivido anteriormente.
Bueno, los niños tienen mucha imaginación. Es complicado darle credibilidad a estos testimonios.
Pues se trata de una imaginación prodigiosa, cuando lo que "imaginan" se demuestra que es una realidad. Por otra parte, hay muchos casos de personas adultas que recuerdan vidas anteriores cuando son sometidos a regresiones hipnóticas.
¿Y no puede ser que esa supuesta vida recordada sea fruto de la imaginación, sugestionada por la propia hipnosis?
Vuelvo a repetir lo mismo. Admitiendo que haya casos que puedan ser fruto de la imaginación o por cualquier otra razón, existen muchos otros en los que las personas recuerdan detalles muy concretos de la vida pasada anterior que han sido históricamente comprobados. También resulta llamativo que muchas personas, y en contra de sus creencias religiosas, que no admiten la existencia de la reencarnación, cuando son sometidas a hipnosis regresiva recuerden acontecimientos de vidas anteriores. Pero todo ello requiere un estudio serio y exhaustivo para poder separar lo que puede ser sugestión de lo que es un posible recuerdo de otra vida. Existen muchos estudiosos serios que se han dedicado a explorar la posibilidad de la existencia de vidas anteriores a través de las respuestas obtenidas de personas sometidas a hipnosis regresiva, como la psicóloga Helen Wambach, autora del libro Vida antes de la vida, el psiquiatra Brian Weiss y su libro Muchos cuerpos, una misma alma o el anteriormente citado Raymond Moody, en su libro Regresiones. Todos ellos han explorado las respuestas a las preguntas realizadas bajo hipnosis a miles de personas acerca de sus posibles vidas antes del nacimiento, han reconocido una serie de elementos comunes en estas experiencias y han llegado a conclusiones semejantes.
¿Y cuáles son esas conclusiones?
Que la vida física no es más que un instante de la vida real, que nunca acaba. Que la muerte del cuerpo no es el fin, sino una etapa de transición hacia otra existencia menos limitada. Que todos nos vamos a reencontrar con los seres queridos que se fueron al otro lado antes que nosotros y que también nos los vamos a encontrar en encarnaciones posteriores. Nos dicen que realmente existe un plan para cada uno de nosotros, que pretende que vayamos creciendo, tanto en sabiduría, como en amor, y que sea por nuestros propios méritos, a base de experimentar en el plano físico, con libertad. Que las circunstancias a las que nos enfrentamos en la vida no son fruto del azar, sino consecuencia de los actos realizados en vidas anteriores. Que antes de nacer ya conocemos las pruebas a las que nos vamos a enfrentar en la vida y que nos preparamos concienzudamente para intentar superarlas con éxito.
No entiendo cómo pueden sacar estas conclusiones de lo vivido en otras vidas físicas, si en esas vidas tenemos la misma conciencia que en esta, es decir, somos tan inconscientes de la existencia de vidas pasadas como en esta.
Porque muchos de ellos no solo recuerdan los detalles de vidas pasadas, sino que, al mismo tiempo, recuerdan el motivo por el que tuvieron que pasar por ciertas vidas y pruebas. Es decir, también recuerdan lo que les sucedió en los periodos entre vidas físicas, en los cuales no estaban encarnados. Hay investigadores que se han dedicado a investigar específicamente esos recuerdos de periodos entre encarnaciones, como el doctor en psicología Michael Newton. El doctor Newton se ha especializado en inducir estados hipnóticos muy profundos en los que las personas recuerdan el espacio entre una vida y otra y las decisiones que los llevaron a encarnar precisamente en determinado tiempo, con determinada familia y bajo determinadas circunstancias. Te recomiendo sus libros Vida entre vidas y Destino de las almas.
¿Y qué tipo de pruebas o circunstancias son esas que tenemos que pasar en cada vida y por qué?
Muchas de esas pruebas consisten en experimentar en nosotros mismos aquello que hemos hecho a los demás, en enfrentarnos a las consecuencias de las situaciones que nosotros mismos hemos provocado, para que tomemos conciencia del sufrimiento o felicidad que estas acciones han tenido sobre los demás. Las pruebas son de lo más variopintas, pero en general son pruebas que tienen la intención de que nos vayamos desprendiendo del egoísmo y creciendo en amor.
¿Y es necesario morirse o vivir una experiencia cercana a la muerte para experimentar la conciencia de que tú eres tu espíritu y no tu cuerpo?
No. De hecho todos vosotros tenéis la capacidad de separaros temporalmente de vuestro cuerpo, y así sucede de forma inconsciente en una etapa del sueño. Pero hay gente que es capaz de conseguir inducir esta separación de forma consciente a través de ciertas técnicas de relajación. Los viajes astrales aportan pruebas de que la conciencia no está ligada al cuerpo.
¿Qué es un viaje astral?
Es una separación temporal del cuerpo. Pero ¿por qué preguntas lo que ya sabes? ¿Acaso no has llegado aquí de esa forma?
Yo solo estaba intentando probar lo que otros han descrito. Una cosa es la teoría y otra la práctica. ¡No me esperaba que fuera a ocurrir algo así!
Pues ocurre. Tu cuerpo no está aquí. Está tumbado en tu cama. Pero tú sí.
¿Quieres decir que no solo podemos vivir sin estar ligados a un cuerpo, sino que estando físicamente vivos podemos salir y volver del cuerpo sin que se produzca la muerte?
Así es.
¿Qué es lo que se separa exactamente?
Se separa el espíritu del cuerpo físico que, como ya he dicho, solo es un revestimiento que se utiliza para poder actuar en el mundo físico. Sin embargo, esta separación es solo temporal y siempre existe un nexo entre los dos que nunca se rompe y que permite la vuelta al cuerpo físico sin que haya ningún tipo de problema de salud. Es el llamado cordón de plata.
¿Qué es el cordón de plata?
Es el nexo de unión entre el cuerpo astral y el físico, como un cordón umbilical que permite aportar al cuerpo físico la energía vital que necesita para continuar con vida en ausencia del cuerpo astral. Los clarividentes suelen describir este "cordón" como una especie de hilo muy elástico de tono plateado, extensible hasta el punto de que por mucho que se separe el cuerpo astral del cuerpo físico, el cordón siempre da de sí lo necesario, es decir, se alarga hasta grandes distancias cuando el espíritu se separa y viaja lejos del cuerpo físico.
¿Y dónde va el espíritu cuando se separa del cuerpo?
Donde su pensamiento le lleva, al mundo astral, y ese es un viaje natural que responde a una dinámica necesaria en el desarrollo humano. Esas visitas nocturnas procuran a la persona energías y experiencias que le ayudan más tarde en su vida física, puesto que allí es asistido por entidades espirituales más avanzadas que le aconsejan y guían. Si quieres saber algo más, te aconsejo que leas el libro El viaje astral de Oliver Fox.
¿Cuerpo astral? ¿Mundo astral? ¿Entidades espirituales? ¡Buf! ¡Espera un poco! ¡Esto va demasiado rápido para mí!
Bueno, yo solo intento responder a lo que tú me preguntas. Pero, como vamos saltando de unas cosas a otras, no podemos profundizar en nada. Si te parece lo que podemos hacer es dejarlo aquí por el momento, porque ya es hora de que vuelvas al cuerpo. Ahora ya tienes algunas cosas sobre las que ir indagando por tu cuenta y reflexionando. Busca los libros que te he recomendado e intenta leerlos. Te servirán como prueba para confiar en que todo esto que has vivido no es una alucinación de tu mente, sino una auténtica realidad.
No sé si me acordaré de todo...
No te preocupes. Si pones tu voluntad, recordarás lo que necesites para encontrarlos. Recoge las nuevas preguntas que te vayan surgiendo durante ese tiempo para formularlas en las próximas ocasiones en que nos veamos, si es que quieres que nos sigamos viendo.
¿Cuándo nos volveremos a ver?
Depende de ti. De si quieres seguir profundizando en los temas que tan superficialmente hemos comenzado a abordar, o prefieres quedarte como estás.
A medida que vamos hablando me van surgiendo más preguntas, respecto a la evolución, a la inmortalidad del espíritu y estas cosas.
Guárdalas para la próxima ocasión. Lo que podemos hacer es ir abordando las preguntas por temas aunque, como verás, es casi imposible profundizar en algún aspecto sin necesariamente entrar en otro tema. También las respuestas sugieren otras preguntas que requieren más explicación.
Pero tienes que entender que de momento mantenga una postura de escepticismo respecto a lo que cuentas.
Lo comprendo. Sé que tu búsqueda de respuestas es sincera y que estás abierto a escuchar, de lo contrario yo no estaría aquí. Percibo que has escuchado detenidamente y que necesitas tu tiempo para meditar lo que hemos hablado. Eso es suficiente para mí. Hasta la vista, hermano.
Adiós, Isaías.
Y casi sin darme tiempo a despedirme, sentí un fuerte tirón. Y con la misma velocidad con la que había salido catapultado hacia fuera, sentí como si me lanzara en caída libre a la velocidad del rayo hasta precipitarme sobre mi cuerpo. La vuelta al cuerpo fue muy dura. ¡Qué contraste con la liviandad de estar fuera del cuerpo, con la dulce y serena vibración que sentí en aquel lugar de ensueño! Sentí frío. Me sentí mareado, con ganas de vomitar y pesado, como si me hubiera puesto un traje de plomo que pesara cien kilos. Al principio no podía moverme, no podía hablar. Fue entonces cuando comencé a tomar conciencia de lo que me había pasado. Estaba impactado. Lloré de emoción. Aquella había sido la experiencia más extraordinaria de mi vida. Durante los meses siguientes intenté volver a la normalidad. Pero por mucho que lo intentaba no podía ver las cosas de la misma manera. Casi todo me parecía banal. Las preocupaciones cotidianas, el trabajo. Muchas veces me quedaba como ido, sin escuchar, sin ver lo que había a mi alrededor, pensando en aquella experiencia. Me daban ganas de contárselo a la gente, a la familia, a algún amigo. Pero luego mi sentido común me decía que no me esforzara, que no lo iban a entender, que me iban a tomar por un loco. Me sentía un extraño, como si fuera extraterrestre. Me preguntaba cuánta gente habría experimentado aquello. Con el tiempo comenzaron a surgirme dudas. ¿Y si todo hubiera sido una alucinación, fruto de mi imaginación? Para intentar contrarrestarlas recordé algo que Isaías me dijo: "Busca los libros que te he recomendado y léelos. Te servirán como prueba para confiar en que todo esto que has vivido no es una alucinación de tu mente". Me puse a buscar por Internet los libros. No podía recordar los nombres y los títulos, pero sí palabras y nombres que recordaba de nuestra conversación. Puse en Google "reencarnación, vidas pasadas, vida después de la muerte", y empezaron a surgir los nombres de autores y títulos, y pude reconocer entre ellos los que Isaías había mencionado. Los estudié con detenimiento y fueron confirmando punto por punto lo que él me había dicho. Si aquello había sido una alucinación era realmente muy acertada.
Volví a tener ganas de ver a Isaías. De que su mirada dulce me reconfortara. De sentirme otra vez en paz. Los libros me habían ayudado a saber que había otra gente intentando responder a las mismas preguntas que yo, y que ellos, por su parte, habían emprendido un camino para intentar responderlas. Pero también me generaron muchas más preguntas, preguntas que iba anotando en una libreta y que repasaba mentalmente de vez en cuando para poder recordarlas, por si tenía oportunidad de volver a ver a Isaías. Aunque me costaba reconocerlo, necesitaba que Isaías me siguiera explicando, aclarando dudas, porque aquel anciano joven había conseguido por primera vez que las respuestas de alguien me llegaran muy profundamente. Además, ¡me hacía sentir tan bien, tan querido...! Seguía siendo escéptico, pero algo en mi interior me decía que estaba en el camino correcto. Así que retomé los ejercicios de relajación con la esperanza de volver a contactar con Isaías. Y me volví a salir del cuerpo. Está vez no necesité tanto esfuerzo. En solo cinco sesiones estaba fuera. Volví a experimentar las mismas sensaciones, el mismo viaje. Y allí estaba él. Esperándome de nuevo, con una sonrisa en la cara y su mirada enternecedora de la primera vez.
DIOS
¡Hola, hermanito! ¡Ya era hora! ¡Me he hecho viejo esperándote! ¡Mira qué blanco se me ha quedado el pelo!
¿Cómo?... ¡Pero si tu pelo ya era blanco la otra vez!
No te ofendas, ¡era una broma! ¿Qué pensabas, que aquí arriba no tenemos sentido del humor? En fin, ¿qué tal te ha ido en tu vuelta al mundo? ¿Me has echado de menos?
Pues sí. Tenía muchas ganas de verte, de estar aquí de nuevo, en la paz. Encontré los libros que me dijiste y los leí. Me han ayudado, pero tengo muchas más preguntas.
Eso me alegra. Adelante, dispara. Exponlas libremente.
No digo que me lo crea, pero, según lo que cuentas de la evolución espiritual, y por lo que he podido deducir de los libros, debe existir una especie de plan organizado que es bastante complejo.
Así es. Un plan que engloba a todos los seres de la Creación y a todo lo que existe. Aunque para cada espíritu existe un plan concreto de evolución, porque cada ser de la Creación es amado y está destinado a ser feliz. En ese plan de evolución personal participan multitud de seres en diversos grados de evolución ayudando a cada espíritu a recorrer ese camino.
¿Qué quieres decir con esto?
Pues que tenéis una familia espiritual. Todos y cada uno de vosotros sois queridos por multitud de seres espirituales. Empezando por Dios y continuando por vuestro guía espiritual, que jamás os abandona, y otro buen número de espíritus. Muchos son amigos, familiares ya fallecidos, de esta y de otras vidas. Además, por si fuera poco, todos y cada uno de vosotros tenéis un alma gemela, vuestra media naranja, un espíritu perfectamente afín a vosotros mismos, el compañero perfecto por el que empezar a sentir lo que es el amor verdadero. Algunos de ellos pueden estar encarnados al mismo tiempo que vosotros y pueden formar parte o no de vuestra familia carnal, o ser simplemente personas amigas.
¿Y cómo puede ser que siendo uno tan querido se sienta muchas veces tan solo?
Porque vivís desconectados del mundo espiritual, ignorantes de vuestra conexión con otros seres que os son afines, tanto con aquellos que están encarnados simultáneamente con vosotros, como con los que os apoyan desde el mundo espiritual, inconscientes de vuestra misión en la Tierra, tan entretenidos como estáis en ver solo lo que vuestros sentidos y lo que vuestra mente os dicen, tan ajenos a lo que podéis percibir desde el sentimiento. Tened clara una cosa, aunque os sintáis solos en el mundo físico, jamás estáis solos por parte del mundo espiritual. A cada uno le corresponde descubrir esa conexión, descubrir esa sutil puerta tras la cual encontraréis vuestra auténtica vida, una puerta que solo la llave del sentimiento puede abrir. Pedid sinceramente y se os ayudará a despertar vuestra sensibilidad y se os reconfortará de vuestras penalidades. Pero tendréis que despojaros de vuestras corazas anti amor para sentirlo. Porque al que quiere estar solo y aislado del mundo, se le respeta su deseo.
Bueno, ya que has mencionado a Dios, yo tengo serias dudas de que exista un dios. ¿Acaso alguien lo ha visto?
¿Acaso no has visto su obra? El universo, la vida, tú mismo. Dios no puede estar más cerca de ti de lo que está. Pero él no te obliga a que tú le reconozcas y te abras a él. Hace falta que tú quieras sentirlo, percibirlo. Pero si esperas ver a alguien como tú, de tu tamaño, con ojos, cara, brazos y piernas, entonces jamás lo reconocerás, porque Dios es mucho más que eso. Sería como si una célula de tu cuerpo preguntara: "¿Dónde está el cuerpo al que pertenezco, que no lo veo?". "Estás en él, célula. ¿No te das cuenta?" Y la célula diría: "¡Pero si yo lo único que veo son células, células y más células como yo por todas partes!". Pues estudia tu propia naturaleza, tu propio funcionamiento, las relaciones que estableces con otras células y las de ellas entre sí, cómo se organizan tan maravillosamente para formar un conjunto, y observa lo que forma ese conjunto. Entonces, célula, podrás conocer y reconocer el cuerpo del que formas parte.
¿Dónde podemos encontrar entonces pruebas de la existencia de Dios?
Como en la célula del ejemplo, primero en tu propia existencia y luego en la existencia de lo que te rodea. ¿Cuál puede ser el origen de un ser que siente y piensa, consciente de su propia existencia? ¿Y de un universo tan perfectamente engranado? No puede ser la nada, porque la nada no puede crear algo tan complejo y bello a la vez. ¿O acaso alguien puede creer que una bella sinfonía puede ser confeccionada tocando teclas de un piano al azar? Pues de la misma manera no puede ser que algo tan bello y tan complejo a la vez como el universo, la vida y el ser humano sea fruto de la casualidad, sino que lo es de la causalidad.
Pero ¿por qué tiene que ser Dios el que lo haya creado todo? ¿Acaso no existe en la naturaleza un poder de crear?
Así es. Pero ¿de dónde viene el poder creador de la naturaleza? ¿De dónde proceden las leyes que rigen el universo? Reconocéis que en la naturaleza, en el universo, existe un poder creador, y unas leyes, las leyes de la física, de la química, de la biología, que lo estructuran, que lo ordenan, de manera que los científicos, cuando descubren algún fenómeno desconocido, no lo atribuyen a la nada, sino que intentan buscar la causa que lo provocó. Es decir, que vosotros admitís en vuestro día a día que una de las leyes del universo es que no existe efecto sin causa. Pero a la hora de responder a la pregunta: ¿Cuál es el origen del universo, es decir, la primera causa?, vosotros mismos, y en contra de la propia ley de causa y efecto que aceptáis como válida el resto del tiempo, no tenéis problemas en admitir que fue un efecto sin causa, es decir, ¡que surgió de la nada! ¡Esto es un contrasentido! Por tanto, debe existir una primera causa de todo, y esa es Dios.
Perdona que insista, pero ¿por qué tiene que ser Dios necesariamente el que lo haya creado todo? ¿Acaso los humanos no somos capaces de crear cosas bellas y complejas? Ahí están la música, los ordenadores…
Cierto, porque vosotros también tenéis poder creador. Pero si lo tenéis, ¿de dónde procede? En el universo existen muchos seres en diferentes estadios de evolución, con mayor y menor capacidad de crear que la vuestra, según su grado de avance. Pero habremos de admitir que, si ellos tuvieron un principio, por la ley de causa y efecto, debieron ser creados por algún proceso anterior, y que en realidad el poder creador de los seres creados se ejerce sobre algo ya creado, siguiendo unas leyes ya existentes. Por tanto, llegamos a un punto en el que necesitamos encontrar un principio creador que no haya sido creado, sino que haya existido siempre y que siempre existirá, y que haya establecido las leyes y los principios de todo lo que existe, y ese es Dios.
Bueno, admitamos solo como mera posibilidad que Dios pudiera existir. En el hipotético caso de que Dios existiera, yo tendría curiosidad por saber quién y cómo es ese supuesto Dios, tan escurridizo que no se deja ver a simple vista.
Por la obra conocerás al autor. Conócete a ti mismo y el mundo que te rodea y estarás comenzando a conocer a Dios. Ya que en la criatura están las potencialidades del creador, si imaginas todas las buenas cualidades humanas en el grado más perfecto que puedas, estarás comenzando a dibujar un bosquejo de Dios que, aunque muy imperfecto, será el más avanzado que puedas tener de él, dada tu capacidad actual. Hay un proverbio muy antiguo y muy cierto que a la pregunta: "¿Cómo es Dios?", responde: "Como tú cuando hayas llegado hasta él".
¿Cuáles son esas cualidades?
Amor, sabiduría, justicia, verdad, humildad, generosidad, sinceridad, sensibilidad, comprensión, compasión...
¿Existen cualidades de Dios que no podemos poseer?
Sí. El Creador es inmutable, omnipotente, increado y ha existido siempre. La criatura, aunque no tiene fin, tiene un principio. Es mutable, ya que está en constante perfeccionamiento y aunque su capacidad de progreso no tiene límite, porque aumenta constantemente, no es infinita.
Y si ese ser es tan perfecto... ¿Por qué permite que exista el mal en el mundo?
Él permite que las criaturas experimenten a su aire, que aprendan de sus errores. El mal del mundo no surge de Dios, sino de las criaturas en proceso de evolución que, debido a su desconocimiento de las leyes espirituales, actúan contra los otros seres de la Creación.
Pues entonces tendrás que explicarme de qué van esas leyes, porque dudo mucho que puedan explicar la gran cantidad de preguntas que tengo, a las que todavía no he encontrado una respuesta satisfactoria, y de cosas que no entiendo y que me parecen tremendamente injustas del mundo en que vivimos.
Encantado. Prepárate, porque vamos a tener mucho de qué hablar.
LAS LEYES ESPIRITUALES
1ª Ley: Ley de la evolución.
• El destino de los espíritus es evolucionar, de forma indefinida, para siempre.
• ¿En qué se evoluciona? En amor y sabiduría. Sin amor no hay evolución. Sin amor no hay sabiduría. Sin amor no hay felicidad.
• La evolución depende de la voluntad y el esfuerzo de uno mismo.
EL MUNDO ESPIRITUAL
Has hablado al principio de que la vida del espíritu no comenzaba con el nacimiento.
Así es.
¿Y qué hay antes del nacimiento?
Lo mismo que después, VIDA, alternándose los periodos de vida sin estar ligado al mundo físico con los periodos en que el ser vuelve al mundo físico, encarnando en un recién nacido.
¿Entonces la vida no comienza con el nacimiento?
No.
¿Y todos hemos vivido otras vidas antes que la actual?
Sí.
¿Y dónde se supone que estamos antes de nacer?
En el mundo espiritual.
¿Y qué es lo que ocurre después de morir?
El espíritu se desprende del cuerpo físico y regresa al mundo espiritual, que es de donde ha venido. Es decir, continúa su vida sin estar ligado a la materia. Dicho de otro modo y para resumir, el espíritu procedente del mundo espiritual se liga al mundo físico, encarnando en un recién nacido, pasando una etapa encarnado físicamente, hasta que se produce la muerte de su cuerpo. En ese momento se desvincula de él y regresa al mundo espiritual.
Esta máxima acerca del origen y el destino del ser humano ya fue enunciada por Jesús en una sencilla frase cargada de significado y que no ha sido completamente entendida hasta ahora, y que está recogida en el Evangelio de Juan (3, 13): "Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo."
Ya, pero ¿en qué condiciones volvemos a ese mundo espiritual? Es decir, ¿estamos despiertos? ¿Somos conscientes de lo que nos ha ocurrido o, como creen algunas religiones, nos quedamos en un estado de aletargamiento hasta que suceda algo "al final de los tiempos"?
Todo lo contrario, se es más consciente de la realidad cuando se está en el mundo espiritual que cuando se está encarnado. No penséis que por el hecho de desencarnar el espíritu pierde la conciencia, ni entra en un estado de somnolencia perpetua. Al contrario, admitiendo que el espíritu pueda pasar por una etapa de confusión de tiempo variable, que depende de la evolución del espíritu y de las circunstancias en las que desencarnó, el espíritu se enfrenta a su auténtica vida real y toma conciencia, entre otras cosas, de cuál es el objetivo de las encarnaciones. Por supuesto, tiene una ocupación en interacción con otros seres, en un mundo tan real o más que el vuestro, ya que vuestro mundo es una imagen distorsionada, apenas un reflejo, del mundo espiritual.
¿Y dónde va exactamente?
Lo que normalmente ocurre es que cada espíritu, después de desencarnar, se sitúa en el plano del mundo espiritual que corresponde a su estado evolutivo. Y esto depende del comportamiento que haya tenido el espíritu durante la encarnación respecto a la ley del amor. El destino final del espíritu es siempre regresar a su hogar espiritual. Sin embargo, aquellos espíritus delincuentes, que han realizado grandes actos en contra de los demás seres de la Creación, quedarán atrapados por el peso de sus acciones en el nivel vibratorio más bajo del astral inferior. En el extremo opuesto, el espíritu que haya vencido gran parte de su egoísmo y que se haya comportado amorosamente, se elevará hacia las franjas vibratorias más altas del astral superior. Entre esos dos extremos, existen multitud de niveles intermedios en los que se situará cada espíritu conforme a su grado de elevación espiritual y su comportamiento respecto a la ley del amor.
Espera un poco porque me estoy perdiendo. ¿Me puedes aclarar qué significa esto del "nivel vibratorio" y qué tiene que ver con el estado evolutivo?
El nivel vibratorio hace referencia a la manifestación en el plano energético del estado evolutivo del espíritu. Podemos decir que la manifestación del amor en el plano astral o energético es la vibración de alta frecuencia. Por lo tanto, la vibración de alta frecuencia corresponde al cuerpo astral de los espíritus más avanzados, con mayor capacidad de amar y desprendidos del egoísmo. La vibración de baja frecuencia es la propia de los espíritus poco avanzados y que todavía actúan con egoísmo. Entre esos dos extremos existen espíritus de niveles intermedios de evolución y, por lo tanto, de niveles intermedios de vibración. Cada uno de ellos, dependiendo de su estado evolutivo, después de la des encarnación, se situará en el plano correspondiente a su nivel vibratorio.
No entiendo nada. Me estás hablando de mundo espiritual, de niveles vibratorios, planos energéticos, de astral inferior y superior, pero me resultan términos ambiguos que no sé lo que significan exactamente ni a qué se refieren. ¿Me podrías describir cómo es ese supuesto mundo espiritual, dónde se sitúan exactamente esos niveles vibratorios energéticos, o como quiera que se llamen de los que hablas, y qué significa eso de astral inferior y superior?
Describir el mundo espiritual en todo su detalle a alguien encarnado que no puede en ese estado apreciarlo en toda su extensión es algo muy difícil. Es como intentar explicar lo que es el color a un ciego de nacimiento. Pero intentaré aclarar algunas cosas al respecto, sobre todo de aquellas partes del mundo espiritual de las que las ideas o creencias religiosas han dado una visión equivocada o deformada respecto de la realidad.
Lo primero, he de decirte que el mundo espiritual no es un lugar difuso o vacío donde no existen formas y donde los espíritus vagan ociosos sin saber a dónde ir. Es un mundo real, palpable, que ha existido y existirá siempre, y que es el auténtico hogar del espíritu, ya que, a diferencia de los mundos físicos, que tienen un principio y un final, nunca puede ser destruido.
Ya, pero, si es tan real, ¿por qué no podemos verlo?
El hecho de que no sea visible para vosotros no significa que no exista. Cuando estáis encarnados, vuestras percepciones están limitadas a lo que son capaces de captar vuestros sentidos físicos. Por ejemplo, vosotros definís la luz como un conjunto de ondas que vibran en diferentes frecuencias. El espectro de luz visible que vosotros podéis ver está limitado a los siete colores del arcoíris, aumentando desde el rojo hasta el violeta la frecuencia vibratoria de la luz. Sin embargo, existe luz por encima y por debajo de esa gama de frecuencias que vosotros no podéis ver, pero que igualmente existe y que habéis sido capaces de detectar mediante aparatos. Por encima de la frecuencia del color violeta, está la luz ultravioleta, los rayos X y los rayos gamma. Por debajo de la frecuencia del rojo, están los rayos infrarrojos, las microondas y las ondas de radio y televisión.
Algo semejante ocurre con la percepción respecto al mundo espiritual. Siguiendo con la analogía de las ondas luminosas, podría decirse que el mundo espiritual se mueve en un rango de frecuencias que vuestros sentidos no pueden captar, y que dentro de ese rango existen frecuencias de mayor y de menor vibración.
Pero si existe debe de estar compuesto de algo. Sabemos que la materia de nuestro mundo está compuesta por diferentes tipos de átomos agrupados en distintos grados y formas, y de las combinaciones de estos átomos surge la materia, de la cual está hecho nuestro mundo, que tiene sus propiedades físicas particulares. En el caso del mundo espiritual, ¿existe alguna materia prima a partir de la cual se forme todo lo demás?
Sí, la podríais llamar esencia vital o principio espiritual.
¿Y cuál es su naturaleza?
Esto es complicado de explicar pero os daré algunas pistas para entenderlo. Por los trabajos de Albert Einstein y el desarrollo posterior de la Física Cuántica, sabéis que la materia no es más que una forma de energía condensada, que los átomos se pueden descomponer en partículas más simples y que de esta descomposición una parte de la materia se transforma en luz. Por lo tanto, aunque la luz y la materia tienen propiedades tan distintas, hasta el punto de que parecen cosas independientes, la diferencia entre la luz y la materia no es su esencia, sino su estructura y grado de condensación. Si os cuesta de entender, imaginad lo que ocurre con el agua, que muestra propiedades tan diferentes en estado sólido (hielo), líquido y gaseoso (vapor), aunque su composición sigue siendo siempre la misma, solo porque varía la movilidad o estado vibracional de sus moléculas. Estas están más estáticas en el hielo, menos en el agua líquida y todavía menos en el vapor. Si tomamos este ejemplo como modelo, podemos decir que el universo físico es la forma más condensada que existe de la esencia vital, y en ese estado manifiesta una serie de propiedades y sigue una serie de leyes que la Física intenta conocer. Pero existen niveles de condensación intermedios entre el universo puramente espiritual y el universo físico, que se pueden agrupar, desde el más sutil hasta el más denso, en espiritual, mental, astral (o energético) y material (o físico), cada uno de ellos con unas propiedades y leyes particulares. Estos mundos no están separados unos de otros, sino que están perfectamente interrelacionados, de modo que no pueden existir las formas más condensadas al margen de las más sutiles.
¿Entonces hay una diferencia entre los términos "mundo astral" y "mundo espiritual"?, porque a veces me da la sensación de que los empleas como términos equivalentes.
Sí hay diferencias. Como digo, el mundo espiritual es el plano de donde surge todo lo demás y es indestructible, mientras que el mundo astral es la manifestación del mundo espiritual en el plano energético. O sea, que se trata ya de una forma muy condensada de la esencia vital, aunque no tanto como el mundo material. El mundo astral es mutable y está sometido a procesos periódicos de generación y degeneración. Lo que pasa es que cuando hago referencia al mundo espiritual, es verdad que lo utilizo para referirme a la suma de los tres mundos más sutiles (espiritual, mental y astral) y que escapan a vuestra percepción, en contraposición al término mundo físico, que hace referencia al mundo que vosotros conocéis. El hecho de que utilice un término u otro dependerá del contexto o del énfasis que quiera dar a algún aspecto del mismo. Normalmente mundo espiritual lo utilizaré como término más general y amplio, mientras que mundo astral es un término más concreto, por ser la parte del mundo sutil más cercana al mundo físico.
Me hago una idea de lo que dices, pero, cuando hablas de mundo astral, ¿a qué te refieres concretamente?
Cada planeta físico esta ligado a su correspondiente planeta energético o astral, que está superpuesto a él, pero que es mucho más extenso en tamaño que el planeta físico, aunque mucho más sutil en su naturaleza. Digamos que si el planeta físico es del tamaño de un grano de café, el del planeta astral podría ser equivalente al tamaño de un balón de fútbol, pero de naturaleza energética, de forma que el grano de café quedaría en el centro del balón de fútbol. El planeta físico no podría existir sin el planeta astral, ya que es este último el que lo vitaliza energéticamente y mantiene su estructura y funcionamiento. Dentro de este mundo astral existen diferentes niveles o capas vibratorias que se diferencian por su densidad, de modo que las capas más densas están más cercanas a la superficie del planeta físico y las más sutiles están progresivamente más alejadas. Cada una de ellas tiene estructura geológica y naturaleza propias. Existen valles, montañas, ríos, flora y fauna, aunque existen diferencias entre ellas, pues la naturaleza es más bella y perfecta en las capas más sutiles que en las más groseras. Podemos decir que la naturaleza en el mundo físico es un reflejo inacabado de la naturaleza astral y que todo lo que existe en el mundo físico ha sido antes ensayado en el mundo astral.
¿Y hay vida en ese planeta astral?
Este globo o planeta astral está lleno de vida, y es el hogar de los espíritus y formas de vida no encarnada ligados al planeta Tierra. Es el origen de la mayoría de los seres que nacen y el destino de los que mueren en vuestro mundo físico. Cuando antes he dicho que el espíritu una vez desencarna vuelve al mundo espiritual, lo que ocurre normalmente es que el espíritu se sitúa en uno de esos niveles vibratorios del planeta astral, el que se corresponde con su nivel energético, que depende a su vez de su nivel espiritual. Nosotros nos encontramos ahora en uno de esos niveles, y la naturaleza que observas a tu alrededor es la propia de este nivel vibratorio.
Dices que hay espíritus viviendo en el mundo astral y que son los que encarnan en la Tierra. Me gustaría saber algo más de ese mundo y de sus habitantes, y también de qué depende que nos situemos en un nivel u otro del mundo astral después de morir. ¡Ah! Y que me expliques de una vez a que te refieres con eso de astral superior e inferior, porque ¡todavía no lo has hecho!
¡Vale! Como ya he dicho, puesto que hay espíritus habitando en cada una de esas franjas vibratorias del mundo astral, también han creado a partir de los elementos naturales su propia civilización. A medida que el espíritu evoluciona, es decir, se va desprendiendo del egoísmo y se vuelve más amoroso, su actuación en el amor le hace aumentar su frecuencia vibratoria, lo cual le permite ascender hacia los planos vibratorios que están de acuerdo con su nuevo nivel evolutivo. De acuerdo con esta ley de correspondencia vibratoria, los espíritus más avanzados, que tienen naturaleza más sutil, habitan en las regiones vibratorias más sutiles y más alejadas de la superficie terrestre, mientras que a medida que descendemos hacia capas progresivamente más densas, iremos encontrando comunidades de espíritus menos avanzados, cuya naturaleza es más densa. Como consecuencia de esto, la civilización es más perfecta y avanzada en lo moral y lo técnico en las capas más sutiles que en las más densas. Aunque se trate de una división puramente arbitraria, podemos agrupar estos distintos niveles vibratorios en astral inferior, medio y superior, según se aumenta en vibración o se disminuye en densidad. Los espíritus del astral superior tienen ya muy claro cuál es el destino del espíritu y están en fase de evolución consciente. Centran toda su voluntad y esfuerzo en avanzar espiritualmente y en ayudar a avanzar a los espíritus que están menos evolucionados, aunque estos muchas veces no son conscientes de la ayuda que reciben. Y en eso, básicamente, ocupan su tiempo.
En el astral inferior se encuentran los espíritus menos evolucionados espiritualmente, que pueden ser tanto aquellos espíritus todavía jóvenes, en estado primitivo de evolución, como aquellos que a pesar de haber vivido muchas vidas y de haber desarrollado su inteligencia, todavía no han desarrollado sus sentimientos.
En el astral medio encontraremos los espíritus con un grado de avance intermedio. Es ahí donde van a parar la mayoría de espíritus encarnados de la Tierra después de desencarnar, aunque para llegar hasta aquí muchos hayan pasado algunas etapas más o menos prolongadas en el astral inferior, por haber quedado retenidos temporalmente debido a sus acciones contra la ley del amor, realizadas mientras estaban encarnados.
Por lo que dices, el astral inferior podría equipararse al infierno y el superior al cielo, mientras que el astral medio puede representar el purgatorio, ¿no?
Más bien los conceptos de infierno, purgatorio y cielo son una imagen sumamente deformada de la realidad espiritual que estoy exponiendo, con la que guardan escasa correspondencia. Realmente todos los espíritus que han alcanzado el astral superior estuvieron en el pasado en el astral inferior y pasaron por el astral medio. Y si llegaron hasta ahí fue porque fueron progresando espiritualmente en el amor por méritos propios, aumentando así su nivel vibratorio y haciéndose dignos de habitar las regiones que actualmente ocupan. Y todos los espíritus del astral inferior, cuando evolucionen lo suficiente, habitarán un día en regiones astralinas superiores, porque forma parte del proceso de evolución espiritual. Por tanto, no hay lugares creados expresamente para servir de mazmorras, ni el sufrimiento que puede experimentar un ser por estar en el astral inferior dura eternamente.
Pero, según lo que dices, sí es cierto que los "malos" acaban yendo a parar al astral inferior y que en ese lugar sufren, ¿no?
Sí. Pero no todos los habitantes del astral inferior son necesariamente "malos" ni todos "sufren". También el término malo es inexacto. Sería mejor llamarlos espíritus rezagados, que han avanzado solo en inteligencia, pero poco en amor. Como ya he dicho, habitan el astral inferior espíritus primitivos, en los primeros estadios de evolución espiritual como seres individualizados y con libre albedrío. Estos espíritus primitivos no se encuentran mezclados con los rezagados, sino que, estando en la misma franja, se agrupan según su afinidad vibratoria, viviendo en zonas apartadas los unos de los otros. Pero los espíritus primitivos no son desgraciados por estar en el astral inferior, porque es el hábitat que se adecua a su nivel. Son los espíritus rezagados los que sufren porque, aunque no den amor, sí son más sensibles a percibirlo que los primitivos y sufren al percibir su ausencia. Sufren por vivir en compañía de otros seres tan egoístas como ellos mismos. Sufren porque vislumbran una vida mejor y saben que su penosa situación se debe al mal uso que hicieron de su libre albedrío, por actuar en contra de los demás.
Me cuesta imaginar lo que dices.
Para que puedas entender la diferencia entre lo que siente en el astral inferior un espíritu primitivo y un espíritu rezagado te pondré un ejemplo de tu mundo. Imagina la diferencia entre cómo se puede sentir un primate y un hombre occidental a los que se deja abandonados en la selva. Mientras que el primate vivirá perfectamente feliz e integrado en una selva, para un occidental, acostumbrado a las comodidades de la vida civilizada, vivir en la selva será un suplicio y lo pasará muy mal.
¿Por qué existe el astral inferior, si es un lugar tan horrible?
Porque en el universo hay un lugar para todos los seres, desde los más primitivos hasta los más avanzados, y en cada planeta de nivel semejante al vuestro, el astral inferior es el hogar de los seres que todavía están dando los primeros pasos en el aprendizaje de los sentimientos. También hay que tener en cuenta que este no es un lugar específicamente creado para los espíritus que han actuado contra la ley del amor. Y si es tan horrible, es porque ellos mismos han creado las condiciones para que estos lugares que habiten sean asfixiantes, por la vibración conjunta que desprenden de su propia bajeza espiritual, al igual que una zona natural puede llegar a convertirse en un auténtico vertedero cuando los colonos que acuden a habitar esa región son poco respetuosos con el medio ambiente.
Ahora que hablamos de los espíritus del astral inferior, tengo una curiosidad: ¿existe el demonio o el diablo?
No existe ninguna entidad dedicada al mal para siempre, y menos con los poderes de destrucción tan omnipotentes que se le atribuyen a ese supuesto diablo. Las entidades que habitan el astral inferior son espíritus poco avanzados en el sentimiento. Y, como ya he dicho, esto puede suceder porque se trate todavía de espíritus jóvenes o porque, a pesar de ser espíritus ya más o menos viejos, han avanzado poco en el desarrollo de los sentimientos. Aunque haya espíritus en el astral inferior que puedan ser muy inteligentes y hayan utilizado esta inteligencia para perjudicar a otros espíritus, si todavía no han desarrollado sus sentimientos, no son sabios, porque la sabiduría procede del conocimiento del sentimiento, y son desgraciados, porque viven en el egoísmo y desconocen la felicidad. La envidia de no poseer la sabiduría y la felicidad que intuyen que han alcanzado los espíritus que han vencido el egoísmo y conocen el amor les empuja a obstaculizar con todas sus fuerzas el avance espiritual de sus hermanos encarnados, para que tampoco ellos lleguen a disfrutar la felicidad que emana del amor. Como dice el refrán: "Mal de muchos, consuelo de tontos". Por ello, se organizan entre ellos con el objetivo de obstaculizar el progreso de los desencarnados y captar adeptos para sus filas. Pero su capacidad de acción sobre los encarnados es bastante limitada, a no ser que los encarnados, por sus propios actos, se dejen influir por ellos. También su expansión está limitada a las franjas vibratorias más bajas, ya que para alcanzar franjas más altas deberían amar y, puesto que se niegan a hacerlo, se auto recluyen en ese nivel. Luego tienen el problema de estar en constantes luchas entre facciones rivales, porque a consecuencia del egoísmo "todos quieren ser el jefe". Pero tarde o temprano estos espíritus se cansan de ser "malos", porque son tremendamente infelices y buscan salir de esta situación. Entonces son rescatados por los espíritus de franjas más elevadas que tienen puestos de socorro en las regiones colindantes a estas regiones inhóspitas.
Cuando hablamos de los viajes astrales me dijiste que el espíritu encarnado, una vez liberado del cuerpo, puede viajar hacia donde su pensamiento le lleve de forma casi instantánea.
Así es, pero solo en los niveles vibratorios compatibles con el suyo propio.
¿Ocurre también que un espíritu desencarnado tiene libertad para viajar por las diferentes franjas del mundo astral?
Los espíritus de los niveles superiores gozan de mayor libertad de movimiento y pueden descender a los niveles inferiores, aunque para ellos resulte tan incómodo como para vosotros lo sería caminar por dentro de un lodazal. Los espíritus de niveles inferiores no pueden ascender a niveles superiores hasta que no logren aumentar su nivel vibratorio, y esto solo se consigue cuando evolucionan espiritualmente. Por lo tanto, los contactos entre espíritus de diferente nivel siempre se realizan descendiendo el más avanzado a la región del menos avanzado. Los espíritus que habitan en las zonas densas del astral inferior encuentran mayor dificultad para moverse en su entorno, pareciendo casi que viven con las mismas limitaciones que tiene un humano encarnado, ya que la vibración de la "materia astralina" de esa zona es tan baja que se asemeja mucho a la de la materia física. No ocurre así con los espíritus del astral superior, que pueden viajar libremente, aunque para que estos se manifiesten en el astral inferior y puedan ser vistos por sus habitantes deben ajustar su vibración, y esto les resulta tan penoso como lo es para vosotros el respirar en una habitación llena de humo.
¿Por qué hay esta separación entre niveles?
Esta separación es inherente a la naturaleza del mundo astral e impide que los espíritus poco avanzados puedan infiltrarse en las regiones de alta vibración, donde impera el amor, y causen daño a sus moradores.
¿Hay algún tipo de conexión entre estas franjas vibratorias o están completamente separadas entre sí?
Las separaciones no son abruptas sino graduales. Al igual que la densidad de la atmósfera disminuye de forma progresiva al alejarnos de la superficie terrestre, así lo hace también la densidad de la materia astralina. Las diversas comunidades del astral están conectadas entre sí y existe un tránsito de espíritus, con la limitación que hemos indicado anteriormente. Es decir, mientras los avanzados pueden moverse libremente por su nivel y los niveles inferiores, los menos avanzados solo pueden alcanzar niveles superiores aumentando su nivel vibratorio, a través de la evolución espiritual. Las comunidades del astral medio son ayudadas por las comunidades del astral superior, de las que reciben asesoramiento espiritual y técnico para organizar sus comunidades conforme a las leyes espirituales más avanzadas. A su vez, de estas comunidades del astral medio, parten misiones de ayuda a los espíritus del astral inferior que están en condiciones de salir de esa franja vibratoria, por haber tomado conciencia del daño que hicieron, por que han mostrado arrepentimiento y voluntad de mejora y por haber pedido ayuda sincera para salir de esa situación.
¿Y en qué consisten específicamente esas misiones de ayuda?
Para que os hagáis una idea, podemos decir que las comunidades de espíritus más avanzados actúan como una especie de ONG espirituales, que bajan a ayudar o rescatar a los espíritus sufrientes en situaciones bastante comprometidas. Se parece a rescatar civiles heridos por un bombardeo con el acecho de los combatientes o a los refugiados procedentes de regiones devastadas por las guerras, por las hambrunas o por las catástrofes naturales. Con este objetivo crean hospitales, albergues y escuelas en ciertas regiones limítrofes entre el astral inferior y medio, para la atención y reeducación de los espíritus recién rescatados de las franjas vibratorias bajas. En estos lugares pasarán el tiempo necesario para su rehabilitación. Una vez recuperados, muchos de ellos se implican activamente en los mismos trabajos de asistencia y rescate de espíritus sufrientes del astral inferior de los que ellos se beneficiaron, lo cual les hace sentir que son útiles y un poco más felices, porque es la manera que tienen de agradecer lo que se hizo por ellos y porque desean ayudar de corazón a sus hermanos, pues comprenden perfectamente lo que están pasando, ya que ellos lo sufrieron recientemente en sus propias carnes. Así también se ayudan a sí mismos, elevando su patrón vibratorio con los actos de amor que realizan por los demás. Una vez recuperen el nivel vibratorio adecuado, y si ellos así lo desean, pueden volver a sus hogares espirituales.
ESQUEMA EVOLUTIVO
Volviendo al tema de la reencarnación, yo me pregunto: si hemos vivido otras vidas y el nacimiento en la vida física no es el principio, ¿Cuál es entonces el principio de la vida del espíritu, si es que lo hay?
El espíritu es creado ignorante. En realidad lo que se crea es el principio espiritual, la chispa vital. A partir de ese momento, la chispa vital primigenia, a través de un desarrollo que dura millones de años, va experimentando un proceso de mejoramiento a través de la experiencia, que consigue ligarse a las formas materiales adecuadas a su nivel evolutivo.
No entiendo a qué te refieres con la frase "ligarse a las formas materiales adecuadas a su nivel evolutivo". ¿Podrías explicarte mejor?
Me estoy refiriendo a la encarnación. Cuando el principio espiritual primigenio ya ha evolucionado bastante y ya es mucho más que eso, le llamamos espíritu. El espíritu se liga a la forma material, que es el cuerpo, para aprender de esta experiencia. En etapas más primitivas, el principio espiritual primigenio se liga a formas materiales más simples, primero del reino mineral (primer nivel), luego del vegetal (segundo nivel), después del animal (tercer nivel) y más adelante ya como espíritu en fase humana (cuarto nivel), y en cada una de esas experiencias físicas aprende. Este aprendizaje es retenido por el ser espiritual para siempre, de forma que cuando inicia una nueva encarnación lo hace con el conocimiento obtenido en la suma de las incontables encarnaciones anteriores.
¿Quieres decir que en vidas anteriores hemos sido animales y si buscamos todavía más atrás hemos podido encarnar en una piedra?
Más o menos, aunque no exactamente, ya que en las etapas anteriores, la individualidad del ser todavía no está tan definida como en la fase humana. Esta se va consiguiendo progresivamente.
¿Qué quieres decir con eso?
Pues que no es correcto decir que tu espíritu estuvo encarnado en una piedra, porque en esa etapa no se puede considerar ni que la chispa vital sea un espíritu individual ni que una piedra tenga una individualidad dentro del reino mineral. ¿Qué pasaría con la chispa vital si partiéramos la piedra en dos o tres fragmentos, que se dividiría? Pues no. Sin embargo, sí podemos decir que un protoespíritu está encarnado en un perro, puesto que su grado de individualización ya está más avanzado.
¿Y por qué lo llamas proto espíritu?
Lo he utilizado aquí para diferenciarlo del espíritu que se encuentra en fase humana. Es una etapa anterior del ser espiritual, en el que ya existe un grado de individualidad bastante alto, pero todavía no se dispone de libre albedrío, que corresponde a los seres espirituales que encarnan en mamíferos superiores.
¿Qué es lo que se pretende conseguir con esa especie de programa de encarnaciones sucesivas?
Que el ser espiritual avance tanto en conocimiento como en sentimiento, que crezca en sabiduría y en amor.
¿Hasta cuándo? Es decir, ¿hay algún límite máximo al que podamos llegar?
El límite máximo al cual se puede llegar a través de la evolución progresiva es la capacidad de Dios. Y como esta es infinita, llegamos a la conclusión de que no hay límites. Es un proceso de evolución constante e infinito. Pero si te refieres al proceso de encarnaciones materiales, a medida que el espíritu avanza, las encarnaciones se van espaciando cada vez más y el tiempo que pasa el espíritu sin encarnar aumenta. Hasta que llega un punto en el que el espíritu ya no necesita seguir encarnando en el mundo físico para evolucionar, y entonces continúa su evolución en los planos más sutiles de la existencia. Entraríamos entonces en el quinto nivel, y aún hay otros dos más por encima de este. Pero a los humanos de la Tierra todavía os falta bastante para llegar a ese punto, por lo que no tiene sentido que hablemos ahora de ello.
Aunque me repita en las preguntas, las vuelvo a hacer porque creo que me puedes ampliar más que al principio algunas respuestas. Ahí va esta: si el espíritu tiene un principio, ¿tiene un final? Es decir, ¿el espíritu puede morir?
El espíritu no puede morir. Sería un contrasentido que, después de todo el esfuerzo realizado por el espíritu para avanzar, en el más elevado estado de su evolución dejara de existir. Tened clara una cosa: el espíritu es inmortal. Solo mueren los distintos cuerpos en los que se encarna para evolucionar.
¿Podría ocurrir que cuando estuviera muy evolucionado y cerca de Dios se fusionara con este?
El espíritu, al evolucionar, se acerca a Dios, pero no se fusiona con él, es decir, no pierde su individualidad, ya que perder la individualidad sería casi como morir. Más bien su voluntad se vuelve cada vez más afín con la del Creador y se integra voluntariamente en el plan divino.
¿Me podrías dar una visión general o algún ejemplo para que podamos entender de manera global el proceso de evolución espiritual?
Sí. La evolución individual de los espíritus se asemeja a la del ser humano en una sola vida. El niño recién nacido únicamente desarrolla por sí mismo y de manera biológicamente programada las funciones vitales para el mantenimiento de la vida orgánica. No tiene capacidad de decisión propia y depende totalmente de los padres para subsistir. A medida que el niño crece, va adquiriendo progresivamente cierta autonomía y cada vez es menos dependiente de los padres. Llegada la etapa de la adolescencia, el individuo siente cada vez más la necesidad de experimentar por sí mismo, de sentirse libre e independiente para tomar sus propias decisiones. Esto muchas veces le enfrenta con sus padres. A pesar de que estos le intenten aconsejar con la experiencia que les da el haber vivido más tiempo, el adolescente lo toma como una intromisión en su vida. Muchas veces toma decisiones erróneas, a pesar de haber recibido advertencias de los padres. Pero le resulta necesario experimentarlo por sí mismo a pesar de que esto le pueda hacer sufrir. En la medida en que va experimentando y aprendiendo del resultado de sus propias decisiones va madurando hasta llegar a la etapa adulta, donde alcanza la independencia completa de los padres.
El proceso de evolución espiritual es semejante al del niño que se vuelve adulto. Inicialmente, el principio espiritual primigenio es totalmente dependiente de otros seres espirituales más avanzados, que dirigen su evolución por completo. La encarnación en estas etapas sirve para adquirir experiencia y para que se desarrollen ciertas cualidades como la inteligencia y las emociones, que serán la base sobre la que se desarrollará la voluntad propia del futuro espíritu, como al niño pequeño le sirve la interacción con el mundo para desarrollarse, aprender a hablar y a caminar, aunque no sea capaz todavía de tomar decisiones importantes por su cuenta. A medida que el ser espiritual evoluciona, se le permite participar en la toma de decisiones, es decir, adquiere cierta autonomía. Llegado cierto momento, cuando el ser espiritual está suficientemente maduro, adquiere el libre albedrío, que es la capacidad de decidir su destino por sí mismo. Es decir, adquiere su independencia y toma sus propias decisiones respecto a su evolución. Los espíritus tutelares ejercen en ese momento un papel semejante al de esos padres que aconsejan y advierten de los peligros que conllevan ciertas actitudes, pero que no obligan, y permiten que el espíritu elija su propio camino, que se equivoque una y mil veces, que aprenda por experiencia propia, y que sea él mismo el que a raíz de sus vivencias decida variar o no el rumbo de su evolución.